Las precipitaciones no impidieron la salida de esta figura, que recorrió la calles de Salamanca arropado por sus fieles y devotos
Amenazaba lluvia ya pasadas las seis de la tarde en la iglesia de Sancti Spiritus y el cielo descargó agua cuando el Cristo de los Milagros pisaba tierra charra tras superar el dintel de la puerta. La Fe de fieles y devotos sería superior a las inclemencias meteorológicas y, tras subir la cruz del crucificado para que la venerada talla pudiera ser lucida en todo su esplendor, la comitiva, entre cantos y oraciones, comenzó su descenso por la empinada cuesta hasta llegar a la Gran Vía, donde el Cristo de los Milagros, aunque a paso ligero, avanzó entre la multitud y bajo un cielo azul.
Fotos de Álex López