A mi vuelta de una placentera estancia en Paris los amigos me han preguntado ¿Cómo está la situación en la capital francesa?, ¿Cómo está la seguridad ciudadana?, etc. Comprendo que después de los terribles atentados de Paris y de Bruselas la gente esté profundamente inquieta antes de iniciar un viaje.
Mi impresión durante el tiempo que disfruté de la primavera parisina no lleva al temor de viajar a Paris.
Ciertamente, continúan los controles estrictos en los aeropuertos y en el caso de la ciudad, la vigilancia policial se ha incrementado notablemente.
Para entrar en un Museo o en unos Grandes Almacenes es preciso enseñar bolsos y mochilas, asi como ser analizado por escáner portátiles por los guardias de seguridad de los establecimientos, algo que no ocasiona grandes molestias y que suelen hacer con gran amabilidad.
Solo observamos por casualidad un pequeño incidente cuando una mujer de raza negra acusó al vigilante de racismo por pasarle el escáner portátil, la señora venía detrás de nosotros y había comprobado que nos habían registrado, sin embargo, quizá por el nerviosismo, la señora se pudo a discutir con los guardias de seguridad y los encargados de aquellos grandes almacenes.
Por lo demás, la calle estaba completamente tranquila, los parisinos y los turistas, una gran cantidad de chinos con sus cámaras fotográficas que parecían eclipsar a los antaño omnipresentes japoneses, deambulaban en medio de un tiempo primaveral, muy soleado, por las grandes avenidas de la ciudad.
La vida de Paris era completamente normal, los cafés llenos a rebosar de gente tomando café o una cerveza, el Barrio latino, cada vez más decadente, burbujeante de turistas y de estudiantes de colegios españoles con sus profesores, intentando limitar los gritos de los adolescentes.
La Plaza de la República reúne a partir de las 18,30 a algunos centenares de jóvenes en una serie de debates conocidos como la Nuit Debout( la Noche de pie), sin embargo, la protesta por la reforma laboral del presidente Hollande y las políticas de austeridad europeas no se parecen demasiado a la ocupación de las plazas del 15 M español.
La plaza de la República se convierte en foro de debates a partir de las 18,30 y en la madrugada se desaloja hasta el día siguiente, por otra parte, el sectarismo de algunos está siendo rechazado por la mayoría como ocurrió en el caso de un joven propalestino insultando a israelíes o el caso más grave, el intento de ataque al filósofo ultraconservador Alain Filkenkrau que fue obligado a marcharse de la plaza, gesto que fue condenado con unanimidad tanto por la totalidad de los medios de comunicación, como por el núcleo de los indignados franceses, algo que en España en 2011 no ocurrió con los empujones a Gaspar Llamazares y a otros políticos. El ejemplo de funcionamiento democrático en Francia es bastante mayor que en España donde gente antisistema dirige y manipula en su beneficio las asambleas.
Paris continúa siendo la gran capital de Europa, sin demérito de Londres, y mucho más en esta primavera providencial con el sol bañando las orillas del Sena e iluminando Las Tullerias y la gran pirámide del Louvre.