Es curioso ver la trayectoria que sigue la música desde el momento en que nace. Es algo así: la música es creada en directo, aunque quizá no a tiempo real, luego se queda estática, paralizada en la eternidad de las partituras para, posteriormente, en un momento indeterminado, volver a cobrar vida en un estudio de grabación, donde es interpretada en directo, aunque quizá tampoco a tiempo real. En ese momento se convierte de nuevo en música pasiva, estancada, a pesar de poder disfrutarla todos aquellos que compramos un cd o la escuchamos on streaming .
Pero es solamente cuando vuelve a ser interpretada en directo, cuando volvemos a sentirla viva, nos envuelve de otro modo, nos hace sentirnos parte de ella y parte de ese momento. Por eso ir a un concierto está siempre tan lejos de escuchar un disco en nuestra casa. Es el reclamo de la música. Es el poder que tiene.