OPINIóN
Actualizado 20/04/2016
Redacción

Un amigo con posibles me llama por teléfono y me hace un ofrecimiento. Así, de sopetón. Oye, mira, que estamos poniendo en marcha un partido político de centro izquierda, con gentes muy importantes, significadas, vamos a lo seguro, a dar el campanazo, y queremos que otras gentes como tú mismo pongáis un dinero (no te asustes, me dijo aquí) para la fundación y puesta en marcha del proyecto. El dinero te lo doy yo en mano personalmente (por eso te dije que no te asustaras antes) y tú nos lo ingresas en la cuenta del partido con tu nombre. Como una cosa tuya, vamos.

Me encantan ese tipo de fundaciones tan rápidas y espontáneas. Con respaldo tan sólido y popular. Y acudo decidido a colaborar casi a ciegas. Por si luego cayera un ministerio o una dirección general de algo. Además, los amigos son los amigos. Y es bueno se acuerden de uno en cosas así.

No sé si eso lo soñé o en realidad pasó de ese modo. Ahora lo dudo. Es que las cosas se suelen difuminar con la edad y el paso del tiempo. Y hace que uno se crea lo que no es. El caso es que sí que tengo amigos muy de posibles e influyentes. Eso sí. Y que alguno me ha llamado alguna vez ofreciéndome duros a cuatro pesetas. Que he asistido a fundaciones, caídas y refundaciones ideológicas varias y de varios tipos (por cosa de la edad y de los avatares políticos y sociales, también). Que he dicho que sí, cuando debería haber dicho no. También sé con certeza que nunca he sido ministro ni director general de algo. Que alguno de mis conocidos llegó a tener arduos (pero muy arduos) problemas con la justicia. Y creía además que ciertos asuntos tenían cariz de ser más serios, rectos, y había menos trampas. Ya veo que bien pude haberme equivocado.

Leer comentarios
  1. >SALAMANCArtv AL DÍA - Noticias de Salamanca
  2. >Opinión
  3. >Ofrecimientos dudosos