OPINIóN
Actualizado 13/04/2016
Manuel Alcántara

Quien gana construye el relato que impone. El tiempo que después transcurre hace aún más profundo el surco por el que circula el agua que fertiliza la simiente. De poco sirven los vericuetos que intentan construir otros relatos alternativos, ni siquiera aquellos que apenas si pretenden matizar el discurso oficial. Hoy sabemos a ciencia cierta que también es eficaz la elaboración de un discurso para salir triunfante en una contienda. En la medida en que se defina bien un marco cognitivo las posibilidades de que la profecía auto cumplida se den son mayores. Se trata, por consiguiente, de una mixtura de visiones ex ante y ex post. El proceso político que supuso la segunda República, su dramático final, y las secuelas de la dictadura franquista, siguen siendo un excelente escenario para recordar los efectos manipuladores de un determinado discurso.

Las efemérides son siempre una ocasión que coadyuva en pro del recuerdo que reivindique la condena a la impostura y el 14 de abril sigue siendo la oportunidad adecuada. Frente al relato del desgobierno republicano, de la inseguridad en las calles, de la violencia irrestricta revolucionaria, siempre conviene recordar datos que anulen las bondades de los farsantes "25 años de paz". Entre 1939 y 1945 murieron fusiladas en España más personas que a todo lo largo del convulso siglo XIX con sus tres guerras carlistas incluidas. Entre 1946 y 1951 perecieron luchando en el medio rural el triple de guardias civiles que entre 1931 y 1936. En ese mismo periodo fallecieron violentamente cinco veces el número que en todos los movimientos revolucionarios de la etapa republicana sin excluir la rebelión minera asturiana.

85 años después sigue siendo imprescindible recordar que la segunda República fracasó porque hubo un golpe de Estado militar en connivencia con la Iglesia católica, la oligarquía agraria y buena parte del reducido empresariado industrial y financiero. Un golpe que inició una guerra civil cuyos efectos cobraron la vida y enviaron al exilio a cerca de 700.000 personas; que arruinó la economía española de manera que tardó en recuperarse un cuarto de siglo; y que dio paso a una de las más largas dictaduras del siglo XX. Frente al relato de las responsabilidades de la República o, incluso, al buenismo de quienes defienden la responsabilidad compartida, hay que imponer el de la libertad, la igualdad, la democracia, la decencia y la cultura.

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