OPINIóN
Actualizado 09/04/2016
Tomás González Blázquez

  • - Se te va a echar de menos por el barrio, Cardenal.
  • - Bueno, no será para tanto. Con que tú no faltes, Virtud de Dios, en los hombres, no importamos los que tengas por vecinos. He oído que hereda la calle un cura alemán que me pareció ver en Roma cuando el Concilio, un tal Jozef Ratzinger.
  • - Progresó bastante, hasta el obispado de Roma, aunque Toledo ya es mucha silla?
  • - ¿Pablo VII? ¿Juan XXIV? ¿Pío XIII?
  • - ¡Benedicto XVI!
  • - Hombre, el anterior Benedicto me nombró obispo de Ávila. Bueno, ya sabes que entonces el Palacio Real tenía más que decir que el Apostólico.
  • - Ahora ya no, el príncipe Juan Carlos, que llegó a rey, renunció al derecho de presentación, y la Iglesia ganó en autonomía. Ya no rige el concordato de 1953 sino los acuerdos entre España y la Santa Sede de 1979. Y la Constitución dice que somos un estado aconfesional en el que se respetan, dice, y tienen en cuenta las creencias religiosas de los españoles, y se coopera, dice, con la Iglesia católica y las diferentes confesiones.
  • - ¡Qué alegría me das! Ya iba vislumbrando yo esa senda cuando renuncié a todos mis cargos políticos y aposté por apoyar a los que, desde Acción Católica, luchaban por los derechos de los trabajadores.
  • - Pues, querido Enrique, ahora te meten en el mismo saco que a los pistoleros falangistas y te quitan la calle. No te libra ni el hecho de ser catalán para esquivar el linchamiento.
  • n style="font-size:12.0pt;">- De ese se libró don Miguel de Unamuno aquel 12 de octubre de 1936?
  • - ? y contigo a su lado, eminencia.
  • - Era de justicia no dejarle solo. Aquellos días todos andábamos errantes en las dos ciudades. Al otro lado asesinaban por ser católico y de éste, muchos católicos no lográbamos construir la paz sino que empuñábamos las armas. La guerra destrozó cuerpos y almas.
  • - ¿Y sigues pensando que fue una Cruzada?
  • - Sigo pensando que no me importa que me desalojen del callejero de esta ciudad en la que fui obispo si eso contribuyera a construir ahora la paz, la concordia y la tolerancia, la que quizá yo no supe edificar en esos días negros.
  • - Me temo que no es más que venganza, discordia e intolerancia, pero Dios quiera que se cumpla tu deseo. Parecen haber olvidado tu aportación al fundar la Universidad Pontificia?
  • - Si la Pontificia construye paz, concordia y tolerancia, bienvenido sea mi destierro. La tierra de Salamanca ya la llevo en mi corazón de pastor.
  • - Así sea. Si vuelves por el barrio antiguo o por otro barrio de la ciudad, en otros tiempos, cuando te conozcan mejor, ya sabes mi paradero. Entre Libreros y Francisco de Vitoria.
  • - Sigue firme, Calle de la Fe, sin puertas pero siempre abierta. Estira el cuello lo que puedas para saludar a mi Catedral del alma. Y da recuerdos a la Dolorosa de la Vera Cruz cuando pase por la calle Benedicto XVI, que a ella la voy a echar mucho de menos?
  • - Descuida, Cardenal, que lo haré. ¡Hasta la vista!
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