FUENTERROBLE | Un cálido homenaje a los mayores y a los colaboradores desaparecidos marcó el inicio de la jornada de peregrinaje
"Una gran catequesis interactiva", así calificó el organizador, Blas Rodríguez, el Vía Lucis que cumplió ayer su vigésimo aniversario. Un millar de personas participaron en la marcha que cubrió el camino entre Beleña y Fuenterroble de Salvatierra.
Los actos de homenaje tuvieron lugar a primera hora de la mañana antes de hacerse al camino. La residencia de mayores acogió la recepción de peregrinos y se realizó un homenaje tanto a los propios mayores como a aquellas figuras que han colaborado con el Vía Lucis y ya no están. En especial se recordó al artista Ángel Domínguez Velázquez, ya desaparecido, autor de las tallas que forman parte de la peregrinación.
A continuación se celebró una Eucaristía, en la que se mencionaron los nombres de colaboradores y cofrades a modo de homenaje: el propio Ángel Domínguez Velázquez, José Domínquez Velázquez, Narcisa Boyero Sánchez, Baltasar García marcos, Vicente Sánchez Pablos, Antonio García Eras, Arturo Enrique Sánchez, Antonio Rodríguez, Andrés Gay, María Teresa Romero y Francisca Martín Peral.
La celebración contó también con cofrades de honor, que en esta ocasión fueron Lorenzo Martín, Piedad González, Justo Mira, Pepi de Cabo, Javier Tejedor y María José González. En el papel de mayordomos estuvieron Eduardo Rosillo, Juan Miguel Martín, José García, Francisco García, José Luis Martín, Ángel Domínguez y Araceli Izquierdo.
Con todo ya listo, la comitiva se puso en marcha con las diez imágenes de los testigos de Jesucristo en torno a las once de la mañana. Por delante quedaban 22 kilómetros de camino y siete 'estaciones' en las que se fue recreando mediante alegorías y relatos de experiencias el proceso de la resurrección. "El camino de la luz, el Vía Lucis, todo muy participativo para todos los presentes. Una manera muy distinta de experimentar las enseñanzas divinas, a través del propio camino y de los compañeros de viaje", indicó Blas Rodríguez.
Tras la comida en la segunda estación en Sayaguente, se disfrutó de un alto en el camino en la finca de Fuensanta cerca de Navarredonda a media tarde, para acometer en torno a las seis el último tramo hasta Fuenterroble, lugar en el que los peregrinos compartieron cena y celebraron el Evangelio.