"La concreción de las plazas se llevará a cabo en el momento de su oferta a los aspirantes que hubieran superado el proceso selectivo, mediante la publicación en el «Boletín Oficial de Castilla y León» de la relación definitiva de aspirantes que hayan superado el proceso selectivo y la oferta de las vacantes correspondientes".
Así reza el apartado 8.2 de la convocatoria de oposiciones para médicos de familia que hace unas semanas publicaba la Junta de Castilla y León. 234 plazas por el turno libre y 26 por el turno de personas con discapacidad. El total de plazas sí lo conocemos quienes hemos abonado la tasa para examinarnos dentro de unos meses (tampoco sabemos cuándo), pero la propia convocatoria explica que las plazas que se van a ofertar no se han concretado. Una práctica habitual en nuestras administraciones públicas pero que resulta inaceptable. ¿No tiene derecho un profesional a saber a qué plazas opta cuando emprende un proceso de oposición, con sus horas de estudio, inversión en temarios o clases, renuncias familiares durante un tiempo??
Es como si la ONLAE se pusiera a distribuir boletos para el sorteo de Navidad sin comunicar la cuantía de los premios ni permitir calcular la probabilidad de que te toque cuando compras el décimo. O como si la UEFA vendiera las entradas de la Eurocopa en sobre cerrado y no supieras si adquieres un asiento para el España-Croacia o te están colando el Islandia-Hungría.
Sacyl te ofrece la posibilidad de una plaza de médico de familia en propiedad pero no sabes si muchas de ellas corresponderán a médicos de área, si predominarán las sorianas o las burgalesas, si primarán las comarcas alejadas donde es más difícil cubrirlas? ¿Es mucho pedir que reine la transparencia en todos estos procedimientos de empleo público? Si se hacen las cosas bien, se podrían realizar anual o bianualmente en fecha fija, con claridad en la oferta de las plazas vacantes que se hayan ido produciendo, sabiendo a qué te presentas, reconociendo en los baremos de puntuación el título vía MIR como determina la ley y, de verdad, motivando a los profesionales que trabajamos como interinos o sustitutos, o que, en algunas especialidades médicas y en gran número en la enfermería, están desempleados. Mientras tanto, el paisaje de sindicatos, colegios profesionales y, en algunos casos, sociedades científicas, se puebla con el mismo paisanaje, contribuyendo a la sensación de que todas estas situaciones tienden más a perpetuarse que a resolverse. A ciegas y bastante indignados, habrá que estudiar.