En este periódico digital trabajan profesionales que en su día me oyeron elogiar públicamente a Vicente del Bosque en la tele de Salamanca. Había conseguido un Mundial y una Eurocopa con una seleción que, aunque sin brillo, resultó ser la más exitosa de la historia del fútbol español. Dije de él que era sobrio, prudente y modesto. Me retracté como consecuencia de los fracasos estrepitosos de la Copa de Confederaciones y el Mundial de Brasil, donde quedó al descubierto un Bosque que los árboles de pasados oropeles no me dejaban ver. Lo que yo había entendido como sobriedad se debía en realidad a falta de imaginación, la prudencia era resistencia al cambio, y la modestia consistía en falta de expresividad.
En los dos amistosos disputados este pasado fin de semana la selección ha vuelto a caer en lo mismo, fútbol sin ataque y sin goles. En comparación con el juego que exhibieron el pasado sábado Inglaterra y Alemania, el "sistema del Bosque" resulta infumable. El tiqui-taca se ha trocado en taca-taca, y la posesión en aburrimiento.
Es un lugar común defender su continuidad al frente de la mal llamada "Roja" por los logros de 2010 y 2012. Aquellos méritos fueron unánimemente reconocidos y muy bien retribuidos, pero no se debe vivir del pasado. Y digo mal llamada "Roja" porque ya hay otro equipo nacional, Chile, que recibe ese nombre desde mucho antes, y porque en un porcentaje notable de partidos luce otros colores. Pero claro, cualquiera vuelve al antiguo apelativo de "La Furia Española", que mantuvo durante décadas desde el año de su primera participación internacional, en 1920. Me da que la furia no es hoy un concepto políticamente correcto, y lo de española no encaja con quienes llaman a España "el Estado español".
Uno de los errores más graves de Vicente del Bosque ha sido someter el equipo nacional al estilo del Fútbol Club Barcelona, hasta el punto de que hay quien argumenta que sin el Barça no habríamos ganado nada. Pues bien, en el equipo que conquistó el primero de los galardones de este siglo, la Copa de Europa de 2008, había más jugadores del Villarreal y el Valencia que del Barça. Desde entonces prácticamente ha llevado a la selección a todos los no extranjeros del Barcelona. Y también a numerosos jugadores que participan en ligas de otros países, mientras que apenas cuenta con el Athletic Club, único equipo que sólo tiene en su plantilla jugadores españoles (a excepción del vasco-francés Laporte) y ahora mismo está mejor clasificado en la Liga que el Chelsea en la Premier. Es inconcebible oír al seleccionador que Aduriz "puede adaptarse a nuestro juego", o sea, que se muestra condescendiente con un delantero que acaba de meter un gol en sus primeros 70 minutos con este grupo (sin que le hayan enviado ningún balón que pudiera rematar), y dice confiar en otro, Diego Costa, que lleva un solo gol en diez partidos.
Además, del Bosque ha hecho lo contrario de lo que prometió. Dijo que jugarían los que se encontrasen en mejor forma, y ha llamado a jugadores tocados. Dijo que sólo contaría con los que tuviesen regularidad en sus clubes, y ha llevado a media docena de suplentes. Dijo que era requisito imprescindible el compañerismo y el buen rollito y se empecina en convocar a Costa, el futbolista más marrullero y bronquista de Europa.
Sospecho, y es una apreciación personal, que el salmantino fabrica las alineaciones a golpe de compromisos. ¿Amiguismo?, ¿filias y fobias por determinados clubes?, ¿intereses de las marcas?, ¿de los representantes de los jugadores?, ¿conveniencias de las organismos oficiales que regulan el fútbol...?
No creo que la razón sea cosa de estadísticas ni de votaciones, pero en este caso no cabe duda de que la inmensa mayoría de los aficionados al fútbol queremos que del Bosque se jubile. ¿Soy desagradecido por desear que del Bosque dimita cuanto antes y permita "la revolución tranquila" que propugna de boquilla y no aplica para sí? Ya, ya sé que sus dos títulos internacionales fueron grandiosos, pero dejarle al frente de la selección española es como permitir que siga ejerciendo a un cirujano que en su día logró recuperar la salud de un paciente grave en sendas operaciones de hígado, y en las siguientes intervenciones quirúrgicas le rebanó una oreja sana y se dejó dentro de un pulmón el bisturí... y el bocata de jamón de Guijuelo.