El próximo Domingo de Pascua es el día especial en que los catecúmenos reciben el bautismo, y así, resucitados a una nueva vida, pertenecen a la Iglesia. No voy a hacer una reflexión sobre ese bautismo cristiano, sino sobre el "bautismo" que se han inventado, según alguna noticia que ha llegado a mis oídos, los concejales de un ayuntamiento de un pueblo, de cuyo nombre no quiero acordarme. Los Académicos dicen que como la lengua es un organismo vivo hay que ir incorporando al diccionario las palabras que nacen, crecen y se aclimatan en la sociedad hablante de hoy. Y lo mismo diríamos cuando alguna acepción nueva de una palabra se consolida en alguna sociedad, o en algún país hablante de nuestro idioma. Muy bien. Pero una cosa es eso y otra que tengamos que aceptar la perversión de la lengua hasta el punto de que una palabra quede desnaturalizada. Confío en que en la palabra "bautismo" en el diccionario de la RAE no se ponga una nueva acepción que diga algo así: "fiesta con banquete con motivo del nacimiento de un niño, cuyos padres quieren celebrarlo por todo lo alto". Aunque todo podría ser. Porque sabemos que la palabra "comunión" tiene una acepción que todos entendemos, aunque no esté en el diccionario, que es algo así como "un banquete en un restaurante con motivo de que un niño o niña ha comulgado por primera vez". Y todos entienden que hay que llevarle un regalo e incluir casi siempre una aportación monetaria de acuerdo a la fiesta y al "precio del cubierto". Yo creo que eso y otras muchas palabras de uso común son la perversión de la lengua.