No he vuelto a oír
la nieve susurrando, hablándole
al silencio con ternura,
hilando en un murmullo la arboleda,
como en aquella noche
tan lejana,
¿te acuerdas, padre?, en que los dos viajamos
por tu memoria
y lento me llevabas
sumido en una humilde bicicleta
atravesando el tiempo
que iba abriéndose
como una mano blanca en la espesura.