Leo las palabras de Félix de Azúa, el reciente académico de la RAE, sobre los discursos y declaraciones de políticos y no puedo menos que estar de acuerdo. Le aburren, le causan hilaridad. Y a mí me pasa casi igual.
No existe ingenio, brillantez, madurez, cordura, mesura ni altura de miras en alguno de ellos. Eso no puede considerarse cultura. Ni cultura política ni cultura general. Y es una pena. Debía ser muy interesante a finales del diecinueve y principios del veinte aquellos debates parlamentarios con personajes de altura cultural y moral. Al menos esa es una etapa idealizada por eso mismo. Y lo de ahora parece un debate de funcionarios (con la carga más peyorativa de ese término) que buscan el mayor grado de su incompetencia. Y tú más, contigo ni un café. De ahí no los sacas. Ni un gramo de cordura, de altura de miras, de sentido común en pos de un objetivo trascendente. Nada que no sea qué hay de lo mío, chaval. Y el pueblo asomado atónito al gallinero dejando de creer cada vez más en toda la caterva de incapaces que aupamos votando. Pero dónde demonios hay alguien con verdadero sentido del estado, viendo problemas que se vienen encima a todos (a todos), dejando a un lado intereses personales o partidistas, y dejar de sentirse adalides, iluminados, profetas del pueblo. Programas, programas se necesitan que se sirvan de fórmulas reales para solventar problemas que son bien reales. Nadie votó algo así. Creo yo. Que se lo digan de una vez. Que esa pobreza de miras no nos representa. Que el verdadero cambio está en dejarse de mezquindades, de arrogancias, de vacuidad y tanta falta de inteligencia. Que un estado moderno y complicado como es este necesita de hombres inteligentes, con altura de miras, con intención de servicio al bien común, con hombres y mujeres con los pies en el suelo (en el suelo español y europeo que es donde tenemos que jugar). Que dejen ya de darse y darnos voces. Y, por favor, si pueden ser claros y brillantes en sus fórmulas y discursos, mejor que mejor. Lo agradeceremos. O si no, que dejen paso a los que sí puedan hacerlo. Que a buen seguro debe haberlos.