"Había artículos como el 1263, que situaba a la mujer casada entre los menores, los locos o dementes y los sordomudos que no sabían leer ni escribir" / En la imagen, mujeres feministas en la localidad de CANTALPINO en 1936
La niña María se veía a sí misma como Notaria, igual que sus hermanos, igual que su padre. Era lo que había oído en casa toda la vida, pero cuando creció y comprendió que las leyes españolas no lo permitían, decidió prepararse para estudiar Farmacia. Y habría sido una gran farmacéutica de no haber querido el "diablo" que se proclamara la II República y que las leyes misóginas cambiaran, así que María recordó su sueño infantil y se vino a Salamanca para matricularse en Derecho.
Cuando estaba a punto de terminar sus estudios, el diablo volvió a intervenir metiendo a España en la guerra fratricida y en una posterior vuelta a las leyes misóginas. Si estas leyes no hubiesen cambiado, María habría acabado su carrera, habría conseguido su plaza y el mundo habría ganado una Notaria excelente, pero seguramente habría perdido una de las mejores abogadas en defensa de los derechos de las mujeres. Y es que, el hecho de negarle nuevamente la posibilidad de cumplir el anhelo de su padre, la encontró con casi 30 años y con una guerra y muchas reivindicaciones perdidas a las espaladas.
María había comprobado en su propia piel, que el hecho de no poder hacer algo concreto como era el acceder al Cuerpo de Notarios, no se debía a la "naturaleza débil intrínseca de la mujer", sino a los caprichos del gobernante de turno: los vaivenes de la política le habían traído en un "ahora sí, ahora no, ahora depende?", justo en los años en los que ella estaba perfilando tanto su personalidad como su carrera profesional, pero ella ya había acabado Derecho y se sabía perfectamente capaz.
El diablo quiso también que coincidiera en el tiempo con Clara Campoamor, con la que mantuvo correspondencia, y todas estas circunstancias juntas y alguna más, fueron el acicate que empujó a María a ir contra el sinsentido que era la discriminación a la mujer, que llegaba hasta el punto de que, según ella misma cuenta "había artículos como el 1263, que situaba a la mujer casada entre los menores, los locos o dementes y los sordomudos que no sabían leer ni escribir".
Afortunadamente, el diablo se puso de mi parte mucho antes de nacer yo, porque si esta mujer no hubiera tenido semejante trajín en su vida y en su carrera, la igualdad seguramente no estaría en el punto en que está ahora, estaría aún mucho más lejos.
Gracias diablo, por convertir a María Telo en la Abogada de la Igualdad.
Y, por su puesto
GRACIAS, María Telo,
por convertirte en nuestra abogada. Todas las mujeres del mundo te estaremos eternamente agradecidas.
En la imagen, mujeres feministas en la localidad de CANTALPINO en 1936
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