VILLORUELA | Los primeros inicios de la artesanía del mimbre en la localidad de la comarca de Las Villas surgieron de algunas plantaciones de dicha fibra vegetal que se utilizaba para crear cestos y cuévanos
Esto es lo que prácticamente queda en la historia de un pueblo, Villoruela, el cuál vivió tejiendo un material, el mimbre, durante la segunda mitad del siglo XX.
Los primeros inicios de la artesanía del mimbre en la localidad de la comarca de Las Villas surgieron de algunas plantaciones de dicha fibra vegetal que se utilizaba para crear cestos y cuévanos que servían en la recogida de los productos sembrados en el campo, oficio que predominaba en la zona.
Pero con los años la creación de estos utensilios y su exportación a algunas ciudades de España como Zaragoza hicieron que el trabajo en Villoruela fuese creciendo y con ello las visiones de futuro en un negocio próspero. Lejos de estancarse en la manufacturación de cuévanos y cestos, se amplió la mente y las ideas empezando a construirse sillas, mesas y algunas otras piezas que eran inimaginables en la localidad salmantina a inicio de los años 50.
Ya en los años 70 y 80 llegó el mayor auge de la artesanía del mimbre y Villoruela se convertía en población puntera, ya no solo a nivel nacional, sino internacional, del tejido y manufacturación de la fibra vegetal. Las terrazas de las costas españolas tenían un trozo de Villoruela en su mobiliario, mientras los camiones de Francia, Alemania, Holanda, Bélgica y algún que otro país europeo llegaban al pueblo a recoger miles de productos que exportar a sus países de origen. Era la época dorada, el paro no existía en Villoruela, las familias se ponían a trabajar en cadena desde el más pequeño de la casa hasta el cabeza de familia, aprendiendo un oficio laborioso pero que creó poso en la villa.
La imaginación rayaba en algunas creaciones los límites de lo imposible tejiendo y entrelazando el mimbre dando forma a un mueble que jamás antes se hubiese visto ni pensado.
Hay que destacar que hubo personas o familias que arriesgaron más y formaron almacenes de venta y exportación, ayudando a sacar todo el trabajo realizado en los cuartos y talleres de la localidad. También hubo intentos de crear cooperativas, pero estas nunca llegaron a cuajarse y dejaron un poco el negocio del mimbre en el aire ya que los almacenistas tenían que exportar y la cantidad era mucha, pero quizás la calidad bajase algún punto.
Esa etapa ya surgió a finales de los años 80 y principio de los noventa, propiciando una caída de las ventas en el sector artesano del pueblo y unido a la llegada de los países del este y el mercado asiático con manufacturación muy barata, aunque la calidad fuese infinitamente peor que la recogida en Villoruela, ahogó tanto a la población que los almacenistas se decantaron por buscar el producto "económico" y los talleres o cuartos de las familias villoruelenses por bajar la persiana e ir poniendo punto final a una etapa de más de 50 años .
Actualmente los almacenes que quedan en la localidad se dedican más al cultivo del mimbre y la venta de muebles pero con otros materiales distintos. Y en cuanto a artesanos del mimbre son muy pocos los que quedan en Villoruela, pero al menos ellos sienten y huelen el olor del mimbre en el cuarto, el "azufradero" y el entrelazar los dedos y el mimbre como si fuesen uno solo dando resultados espectaculares.
Por su parte el Ayuntamiento de Villoruela a día de hoy dispone de un museo interpretativo del mimbre donde trata de enseñar a todo el mundo la actividad que tuvo el pueblo en el siglo XX y no dejarla en el olvido, que siempre quede el recuerdo tejido.
SE PUEDE VER EL REPORTAJE EN EL NÚMERO 3 DEL PERIÓDICO DE PAPEL