OPINIóN
Actualizado 02/03/2016
Elisa Izquierdo

Cada vez oigo más y más esa palabra. Talento para cantar, talento para bailar, para escribir, para dibujar, para posar... Pero, ¿estamos hablando de talento o de simples habilidades? Porque no es lo mismo, no es lo mismo saber coger un lápiz que saber trazar una sonrisa. Y con esto, no me refiero a que quien el talento no le haya acompañado en su vida no sea capaz de aprender a dibujar. Puesto que este no es nada sin práctica y disciplina. Pero de la misma forma, la práctica y la disciplina no son suficientes si no tienes un punto especial, un arte propio, una luz particular. O más bien, puede que algún dia sí lleguen a ser suficientes para alguien, pero con una pequeña carencia que no le hace distinto a los demás. Y es que el talento no se puede tocar, no se puede grabar, ni tan si quiera capturar, ni rozar con los dedos. El talento es algo mágico, algo que se siente, tanto quien lo transmite como quien lo percibe. Es como una brisa fresca de aire puro, algo que diferencia lo convencional de lo extraordinario.

En un cantante el talento es eso que hace estremecer nuestros oídos por un instante eterno. En un dibujo quizá sea el alma que vemos en los ojos de un retrato, como si nos mirara directamente al corazón. En un texto puede que el talento se esconda entre líneas, entre los silencios y los pasos sordos de cada letra. Y por eso no se mide, no se compra ni se vende, ni tampoco se finje... Sin embargo, cada día vemos más ejemplos de talento artificial, o lo que es lo mismo, habilidades sobrevaloradas o hechas a sí mismas por medios que son de todo menos innatos. Nadie puede negar el esfuerzo que muchos han dedicado a sus carreras, a sus hobbies, o a sus actividades para hacer de ellas algo destacable. Nadie puede negar que el trabajo y la ilusión han hecho verdaderos milagros. Pero tampoco se puede negar que aunque muchos sepan cantar, no todos son cantantes. Aunque miles de personas conozcan los métodos para hacer un retrato paso a paso, no todas saben plasmar la tristeza de una mirada en un papel. Y así, hasta el infinito. Y es que a veces el verdadero talento se esconde, se camufla tras esos velos mediáticos que todo lo magnifican, a veces el talento es lo raro, lo marginado, lo exclusivamente extraño...

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