OPINIóN
Actualizado 02/03/2016
Fernando Segovia

No sabemos cómo retorcer más la capacidad de la lengua para expresar tanto laberinto ideológico. Nos estamos inventando palabras y usos retorcidos para definir cosas y situaciones que ya estaban suficientemente definidas antes. Auténticos malabarismos lingüísticos para una pretendida corrección reinventada.

Aquello de miembras se podría colocar en primer lugar y no necesita mayor comentario. Como el eufemismo de dar a luz cuando los animales paren. O estar embarazada una hembra de perro en vez de estar preñada. Esas cosas que pretenden suavizar modos en aras de una corrección política de dudosa procedencia. Como lo del escrache argentino en lugar de acosar en grupo a la puerta de alguien (dar la tabarra directa y gravemente que sería más correcto decir). Lo de emergente tan socorrido, como si un artista, un escritor o un político, fuera una burbuja que saliera a flotar desde el hundimiento (se supone entonces que todos los no emergidos estaremos sumergidos como cadáveres, y a saber dónde). Eso tan cursi de políticamente incorrecto por inapropiado o ineducado directamente. El término tan modernamente roquero de okupa en vez de asaltante de pisos, ocupante ilegal, forzador de cerraduras y transgresor de la ley de propiedad. Aquello tan forzado de dirigirse a hombres y mujeres por separado cuando hay hombres (así, en genérico común, cuando haya varones y hembras mezclados). Dejarse un borracho (palabra tan sonora, tan reconocida) al borde mismo de la lengua cuando de intoxicado etílico se hable. Lo confusamente aséptico del término excluido social cuando uno quiere decir marginado u olvidado. Y no digamos nada de expresiones como: tía (o tío), está que te cagas, para decir de un buen baño o una comida buena. O el uso inapropiado de la preposición contra por el adjetivo cuanto (como si no se diferenciaran de función y significado, y hasta ilustres catedráticos se confunden con eso que lo he visto y oído). Claro que la lengua es dinámica y viva, pero tan desvirtuada y teledirigida algunas veces, que también parece algo de lo mucho y variado que nos hayan robado al común de los hablantes. Algunos giros tan de laboratorio que no parecen la lengua propia. Y hay bastante más les aseguro. Pero para otro día.

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