Mi percepción del mundo es que vivimos una época muy crispada a todos los niveles. Desde hace unos años y coincidiendo con la crisis económica la gente se ha vuelto de un mal humor terrible, no solo se insultan los tertulianos , especie de peste que nos abruma, sino muchos ciudadanos que se expresan con grosería y falta de educación cuando se les pregunta por cualquier cosa.
Y qué podemos decir de las redes sociales, esos patios de porteras, con perdón de las porteras, donde se despelleja a la gente que no piensa como la mayoría del grupo?
Ciertamente, pasamos por tiempos difíciles, a nivel económico la supuesta gran mejoría anunciada por el Gobierno apenas se entrevé, mientras el trabajo precario alcance cotas enormes, los contratos por horas o por días no solo no estimulan al trabajador, al contrario lo deprimen, aunque lleve algo de dinero a casa.
Por otra parte, la falta de valores sociales positivos: la solidaridad, el esfuerzo, el trabajo bien hecho, el respeto al otro, etc, provoca que la gente se encierre en su individualismo y no piense en el común de la sociedad, sino exclusivamente en sus problemas.
Como muestra véanse los movimientos sociales actuales, todos ellos sectoriales: educación, sanidad, mujeres, movimientos culturales, "economistas por el cambio", etc, ya no vemos esas concentraciones o manifestaciones interclasistas donde estudiantes universitarios, obreros o profesionales de la medicina asistían y participaban en manifestaciones por los derechos de la mujer, o por la defensa de los derechos laborales, por ejemplo, ahora solo se va si se trata de lo mío.
En tercer lugar, la escuela y los maestros son atacados sistemáticamente por los padres que no comprenden la labor del profesor, por la sociedad que los ningunea y por las administraciones públicas con sus constantes cambios legislativos y las reducciones salariales ya crónicas. La crisis de la escuela, la desmotivación de los maestros está causando ya un daño irreparable.
En cuarto lugar, la crisis político-institucional que padecemos en España ha mostrado la falta de cintura de los partidos políticos, incluyendo aquellos que venían a "regenerar España", las líneas rojas, los desprecios de unos a otros, la utilización malsana de los medios de comunicación para descalificar al adversario político, todo eso influye en una ciudadanía cansada y harta de que sus problemas no se solucionen nunca. Y si a eso añadimos la parálisis de la Unión Europea con sus líderes burócratas, empeñados en mantener fórmulas económicas claramente fracasadas como "el austericidio", incapaces de dar salida a la ola migratoria de Oriente Medio. Todo eso hace que el negro panorama no alimente el optimismo que necesitan los ciudadanos.
A pesar de todo, sería conveniente que nos relajemos un poco, la enorme tensión que se palpa en la calle y en los medios de comunicación y las redes sociales solo sirve para ponernos peor, no se soluciona nada con el gesto adusto, el insulto fácil o el desprecio.
Los ciudadanos necesitamos aprender el significado de la tolerancia y el respeto al otro, una cosa es defender una opinión y otra tratar de imponerla mediante el insulto o la calumnia. No vivimos ya en un mundo de verdades absolutas, sino en una época de pequeñas e individuales verdades que exigen respeto, tolerancia para con el otro y mucha, mucha educación.