OPINIóN
Actualizado 01/03/2016
José Alfredo Pérez Alencar

Alfredo Pérez Alencart celebra la obra y la existencia subversiva, por lo que a la liberación de la mujer del yugo machista se refiere, de la más notable poeta puertorriqueña

Su propia existencia ya es materia de novela histórica, trascendente, dramática, rebelde a las imposiciones que se establecían contra la mujer. Y ella, Julia de Burgos, nacida el 14, mulata y poeta, amante, nacionalista y poderosamente libre de ataduras, murió pobre, con pulmonía y con un cáncer terrible que la tuvo, dos meses antes de que la encuentren tirada en una acera de Manhattan, en el Goldwater Memorial Hospital, de Welfare Island, donde escribió su poema de despedida, en inglés.

Julia de Burgos estaba por llegar a los cuarenta ese 6 de julio de 1953. La veo joven y moderna, a pesar de sus 102 años. Y es que sus versos vienen nutriendo, por décadas,  a sus paisanos. Como ese poema suyo muy conocido, titulado 'A Julia de Burgos', donde dice al alter ego que habita en ella (y en muchas de las mujeres de su tiempo): "? Tú eres dama casera, resignada, sumisa,/ atada a los prejuicios de los hombres; yo no;/
que yo soy Rocinante corriendo desbocado/ olfateando horizontes de justicia de Dios?". Tiene otros registros, donde florece un erotismo muy convincente. Y también otras vertientes donde deja aflorar ese sentimiento agónico de la existencia, al modo unamuniano, como cuando escribe: "A veces la vida me quiere estallar en canciones/ de angustia inesperada!// Yo quisiera quedarme en el secreto de mis penas/
punzantes como estrellas,/ pero mi alma no puede alcanzar el silencio/ del poema sin palabras,/ y salta por mis labios hecha polvo de vibraciones íntimas?". O también, en 'Poema de la íntima agonía': "Este corazón mío, tan abierto y tan simple,/ es ya casi una fuente debajo de mi llanto.// Es un dolor sentado más allá de la muerte./ Un dolor esperando... esperando... esperando...".

Pero dejémonos de citas, de picoteos. He seleccionado tres poemas que especialmente me conmueven. Los dos primeros tienen que ver con el lugar que se merece la mujer, al margen de limitaciones y/o marginaciones. El tercero es el penúltimo escrito por la Julia de Burgos. Lo escribió en inglés, en febrero de 1953 y en el hospital ya mencionado. La traducción al español es de Jack Agüeros. El último está fechado allí mismo, el 30 de abril. Así termina el poema: "?mis ojos están llenos de soledad, / y yo soy toda soledad/ en un corazón rebelde".

Leámosla sintiendo lo que anotó para las generaciones venideras:

 

YO MISMA FUI MI RUTA

Yo quise ser como los hombres quisieron

que yo fuese:
un intento de vida;
un juego al escondite con mi ser.
Pero yo estaba hecha de presentes,
y mis pies planos sobre la tierra promisoria
no resistían caminar hacia atrás,
y seguían adelante, adelante,
burlando las cenizas para alcanzar el beso
de los senderos nuevos.

A cada paso adelantado en mi ruta hacia

el frente
rasgaba mis espaldas el aleteo desesperado
de los troncos viejos.

Pero la rama estaba desprendida para siempre,
y a cada nuevo azote la mirada mía
se separaba más y más y más de los lejanos
horizontes aprendidos:
y mi rostro iba tomando la expresión que le venía

de adentro,

la expresión definida que asomaba un sentimiento
de liberación íntima;
un sentimiento que surgía
del equilibrio sostenido entre mi vida
y la verdad del beso de los senderos nuevos.

Ya definido mi rumbo en el presente,
me sentí brote de todos los suelos de la tierra,
de los suelos sin historia,
de los suelos sin porvenir,
del suelo siempre suelo sin orillas
de todos los hombres y de todas las épocas.

Y fui toda en mí como fue en mí la vida?

Yo quise ser como los hombres quisieron

que yo fuese:
un intento de vida;
un juego al escondite con mi ser.
Pero yo estaba hecha de presentes;
cuando ya los heraldos me anunciaban
en el regio desfile de los troncos viejos,
se me torció el deseo de seguir a los hombres,
y el homenaje se quedó esperándome.

 

A JULIA DE BURGOS

 

Ya las gentes murmuran que yo soy tu enemiga
porque dicen que en verso doy al mundo mi yo.


Mienten, Julia de Burgos. Mienten, Julia de Burgos.
La que se alza en mis versos no es tu voz: es mi voz
porque tú eres ropaje y la esencia soy yo; y el más
profundo abismo se tiende entre las dos.


Tú eres fría muñeca de mentira social,
y yo, viril destello de la humana verdad.


Tú, miel de cortesana hipocresías; yo no;
que en todos mis poemas desnudo el corazón.


Tú eres como tu mundo, egoísta;
yo no; que en todo me lo juego a ser lo que soy yo.


Tú eres sólo la grave señora señorona; yo no,
yo soy la vida, la fuerza, la mujer.


Tú eres de tu marido, de tu amo; yo no;
yo de nadie, o de todos, porque a todos, a
todos en mi limpio sentir y en mi pensar me doy.


Tú te rizas el pelo y te pintas; yo no;
a mí me riza el viento, a mí me pinta el sol.


Tú eres dama casera, resignada, sumisa,
atada a los prejuicios de los hombres; yo no;
que yo soy Rocinante corriendo desbocado
olfateando horizontes de justicia de Dios.


Tú en ti misma no mandas;
a ti todos te mandan; en ti mandan tu esposo, tus
padres, tus parientes, el cura, el modista,
el teatro, el casino, el auto,
las alhajas, el banquete, el champán, el cielo
y el infierno, y el qué dirán social.


En mí no, que en mí manda mi solo corazón,
mi solo pensamiento; quien manda en mí soy yo.


Tú, flor de aristocracia; y yo, la flor del pueblo.
Tú en ti lo tienes todo y a todos se
lo debes, mientras que yo, mi nada a nadie se la debo.


Tú, clavada al estático dividendo ancestral,
y yo, un uno en la cifra del divisor
social somos el duelo a muerte que se acerca fatal.


Cuando las multitudes corran alborotadas
dejando atrás cenizas de injusticias
quemadas, y cuando con la tea de las siete virtudes,
tras los siete pecados, corran las multitudes,
contra ti, y contra todo lo injusto y lo inhumano,

yo iré en medio de ellas con la tea en la mano.

 

Despedida en Welfare Island

 

Tiene que partir de aquí,

en este mismo instante,

mi grito hacia el mundo.

 

Quedó en algún lugar la vida olvidada

y buscó refugio en profundidades de lágrimas

y pesares sobre este vasto imperio de soledad

y tinieblas.

 

¿Dónde está la voz de la libertad,

libertad de reír,

de moverse

sin el pesado fantasma de la desesperación?

 

¿Dónde está la forma de la belleza

impertérrita en su velo simple y puro?

¿Dónde está el calor del cielo

vertiendo sus sueños de amor en espíritus

quebrados?

 

Tiene que partir de aquí,

en este mismo instante,

mi grito hacia el mundo.

 

Mi grito que ya no es mío,

sino de ella y de él para siempre,

los camaradas de mi silencio,

los fantasmas de mi sepultura.

 

Tiene que partir de aquí,

olvidada pero inquebrantable,

entre camaradas de silencio,

muy adentro en Welfare Island,

mi despedida del mundo.

 

Estos poemas los he seleccionado de la antología 'Y fui toda de mí' (SM, Puerto Rico, 2014), que tan generosa y fraternalmente nos enviaron, como regalo navideño a Jacqueline y a mí, los amigos boricuas Luis Rivera Pagán y Anaida Pascual, pareja tan querida. La portada y las ilustraciones en color son de Elizam Escobar. Las ilustraciones en blanco y negro son de Lorraine Rodríguez. Desde la Isla, Luis y Anaida también enviaron 'Luz en Julia', un CD con nueve poemas musicalizados de Julia de Burgos, interpretados por Lucecita Jiménez y patrocinado por la Cámara de Representantes de Puerto Rico.

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