Después de varias intervenciones de terapia familiar y pareja, quedo impresionado del nivel de sufrimiento acumulado por algunos adolescentes que han tenido el sentimiento de abandono.
Hoy hablábamos con una chica y un chico que tienen muchos momentos de violencia y como causa habitual son conscientes de los celos.
Me he sentido un poco ridículo hablando de respetar la libertad de cada uno, de no intentar controlar al otro. En este caso aunque los celos los sufren los dos, la que ejerce la violencia descontrolada es ella.
Hemos estado buscando maneras de anticipar la escalada de agresividad y las encontrábamos, pero no la forma del autocontrol.
Cuando pierdes a tus padres biológicos y los adoptivos también te han rechazado es difícil tener un equilibrio emocional.
La dependencia afectiva lleva a una posesión asfixiante. Para todos supone un esfuerzo la sintonía de ritmos en el sexo y en la no exclusividad de la relación con la pareja. Poder hacer actividades con otros o mantener amigos o amigas supone una amenaza insoportable para ellos.
Conseguir mantener la responsabilidad en los estudios o el trabajo cuando están enfadados también se convierte en tragedia porque se dejan morir o les sale matar.
Son volcanes a punto de estallar y se deben buscar formas de canalizar esas energías y redefinirlas en positivo, deporte, escuela de circo, escuela de cine, yoga, cooperativa, canto, baile y distintas formas de expresión artística.
Cuando hablan de las nuevas inversiones para evitar y prevenir la violencia de género nosotros nos sentimos fuera porque a nuestras parejas no les es útil, los umbrales en los que nos movemos no se tienen en cuenta en las intervenciones que se suponen para una mayoría a la que tampoco creo que les sea muy útil.
Quienes acaban decidiendo los programas no parecen convivir mucho con estas situaciones, incluso se alarman de los lenguajes bruscos y las experiencias que les contamos, se ofenden al oírlas y no las interiorizan. Por lo tanto programas hechos por teóricos de lo que debiera ser, y que ellos viven desde la comodidad y la no prioridad de la pasión descontrolada, son incapaces de ponerse en el lugar de chavales y chavalas que se quieren agarrar al clavo ardiendo del amor idealizado e inmediatizado.
Nos pasa algo parecido con los programas de prevención de drogas que en nuestro caso se solapan con los de pareja. Los nuestros se quedan fuera y se los dan a niños que no consumen, parece que quieren darles pistas.