Poema extraido de "Puntos Cardinales", "La senda de las espigas" (2016)
Las tristes piedras, que tan bien
manejan el silencio
y saben ver el oro de los días
y las noches,
conocen el misterio
de las heridas que se curan
y de los hombres que se levantan.
Las dulces rosas,
que tan bien
acompañan a las manos
y se desprenden de las tumbas con la lluvia,
nunca dejan que el gesto sea baldío
que el tiempo se convierta en piedra.
Cuentan del bosque tantas mentiras
como árboles lo habitan,
ladrones de almas viajando por el tronco
visitando la savia de los años.
Cuentan que en el medio de la vida,
entre el bosque y la penumbra,
se apagan las palabras
se aprende a beber de los días,
cuentan que las tristes piedras
que conducen al osario
son las rosas que iluminan tu camino
para que adivines lo andado.