Luna llena, invisibles son los hilos que manejas?
La última luna llena del invierno se alzó en el horizonte majestuosa. Creció y creció y subió y subió por encima de los edificios esquivando a las nubes. Nos envolvió en su halo azul y nos embrujó con su magia en la fría noche mesetaria.
Tan grande, tan redonda, parecía una farola más en el parque de mi barrio. De pronto, se escondió juguetona tras una nube y ahí fue cuando la vi, cuando la nube empezó a retirarse, desmadejándose como un trozo de algodón deshilachado.
Ahí estaba ella, la luna lunera, atrapada en la telaraña que entretejen las ramas de los plataneros de la gran plaza.
Quise inmortalizar el momento, yo, que nunca fui fotógrafa, ni siquiera aficionada, y que solo ahora, en pleno siglo XXI (desde que llevo la cámara permanentemente en la mano, integrada en mi móvil), me atrevo a tomar una instantánea. Me costó encontrar un claro en el bosque urbanita desde el que la reina de la noche brillara en todo su esplendor, apenas pude entreverla entre tanta rama.
Tal vez el próximo invierno pueda.
Tal vez los podadores se acuerden de mi barrio el próximo febrero. Este año se les olvidó. El febrero pasado tampoco vinieron. Ni el anterior,? tal vez el próximo febrero