OPINIóN
Actualizado 25/02/2016
Manuel Rodríguez García Marogar

Falleció el famoso profesor de semiótica mundialmente conocido por su novela "El nombre de la rosa". Cuentan que su afición al fútbol era una metáfora, un vehículo para interpretar matices y excesos de la fascinación humana? Por supuesto, el fútbol es más que un juego y su sistema de signos codifica las experiencias y les da significados a distintos niveles. Decía Umberto Eco: "Yo no tengo nada contra el fútbol. No voy a los estadios por la misma razón que no iría a dormir por la noche a los pasos subterráneos de la Estación Central de Milán (o a pasear por Central Park, de Nueva York, pasadas las seis), pero, si se presenta la ocasión, veo un buen partido con interés y placer en la televisión porque aprecio los méritos de este noble deporte. Yo no odio el fútbol. Yo odio a sus fanáticos".

Cuando Eco escribió varios artículos sobre el fútbol y su ambiente, hubo interpretaciones "sui géneris" y el escritor concretó: "No amo al hincha porque tiene una extraña característica: no entiende por qué tú no lo eres, e insiste en hablar contigo como si tú lo fueras. No es que a él no le importe nada que a mí no me importe nada. Es que no consigue concebir que a alguien no le importe nada. No lo entendería ni siquiera si yo tuviera tres ojos y dos antenas sobre las escamas verdes del occipucio". Y no le falta razón?

El asunto de los hinchas da para muchos debates? Y coincido con sus apreciaciones, llevo tiempo denunciando ciertos "fundamentalismos": Himnos, banderas, manifestaciones místicas, parafernalias diversas, ritos multitudinarios, periodistas presumiendo de bufanda y camiseta? ¿Cómo le iba a gustar a Umberto Eco el ambiente de manada del fútbol? La cuestión es que el fútbol ha perdido a un pensador distinguido, sin duda no sería un buen aficionado al fútbol pero no se distinguió por actuar con gregarismo enfermizo?

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