De dimisión con forceps puede calificarse la presentada por el concejal de Cultura, Educación, Turismo y otros asuntos varios (Festejos, Consumo, Patrimonio Histórico, Almacenes Municipales y coordinador del Forum) del Ayuntamiento de Burgos, Fernando Gómez, instado a abandonar todas sus responsabilidades por acuerdo del pleno municipal celebrado el pasado 11 de diciembre.
Toda la oposición (17 de los 27 concejales) pidió la dimisión -o en su defecto, el cese- de Gómez después de que una comisión de investigación constituida al efecto constatara que el concejal había cobrado indebidamente 4.533 euros en concepto de dietas percibidas con ocasión de 15 viajes realizados durante el mandato de la anterior corporación.
Sin embargo, ni el concejal emplazado a dimitir ni el alcalde, Javier Lacalle, instado a cesarle, se dieron por aludidos ante dicho requerimiento plenario, dando lugar a una crisis institucional sin precedentes en el ayuntamiento burgalés, donde el PP no tiene mayoría ni siquiera sumando a los concejales de Ciudadanos.
Ante tan insostenible situación, a primeros de febrero Gómez presentó su "renuncia temporal" tan solo a la presidencia del Instituto Municipal de Cultura, lo que, en lugar de apaciguar los ánimos, agravó aún mas un conflicto que a su vez había generado una creciente división en el seno del propio grupo popular. Esto último ha obligado de hecho al presidente provincial del PP, César Rico, a tomar cartas en el asunto tratando de zanjar dicha división interna.
Finalmente, el pasado fin de semana Gómez cedía a las presiones y decidía dimitir de todas sus responsabilidades, por las que ha tenido asignada una "dedicación exclusiva" de 44.412 euros anuales (dietas justificadas aparte). Eso sí, no renuncia al acta concejal y sigue resistiéndose a reintegrar a la Hacienda municipal los 4.533 euros causantes de toda la trapisonda.
Por su parte, Lacalle, quien ayer redistribuyó entre varios concejales del grupo popular el ramillete de competencias que tenía delegadas en Gómez, espera que con la dimisión vuelva la normalidad al consistorio burgalés, que, entre otras cosas, y gracias a su falta de autoridad para resolver antes el problema, a fecha de hoy tiene sin aprobar el Presupuesto municipal de 2016.