Hasta primeros de diciembre, cuando estalló el escándalo, Pedro Gómez de la Serna, era un respetable ciudadano candidato a renovar su escaño de diputado por la provincia de Segovia, donde había aterrizado como cunero en las elecciones de 2011, ocupando el segundo puesto de la lista del PP al Congreso. No había caído con mal pie entre los segovianos, con los que reforzó el vínculo adquiriendo una segunda residencia en el pueblo de Basardilla, a escasos quince kilómetros de la capital.
De la mano de su antiguo jefe, Javier Arenas, había sido uno de los diputados mejor considerados dentro del grupo parlamentario popular, que a las primeras de cambio le confío la portavocía en la Comisión Constitucional y un puesto en la Diputación Permanente del Congreso. Era una voz autorizada, hasta el punto de ser una de las que representaba al PP en la tertulia política que cada lunes convoca Ángels Barceló en su programa de la SER.
Con esas credenciales, Gómez de la Serna maniobró el pasado mes de noviembre para encaramarse a la cabeza de la lista, desplazando del mismo a Beatríz Escudero. Pero en ese objetivo De la Serna tropezó con María Dolores de Cospedal. No por el hecho de ser cunero, sino porque la secretaria general salió en defensa de la diputada, a la que ha venido apadrinando desde los tiempos en los que ambas coincidieron en el Senado.
Cospedal no solo había apoyado a Escudero para que encabezara la lista en las elecciones de 2011, sino que además la nombró secretaria de actas del Comité Ejecutivo Nacional del PP. Si además se daba la circunstancia de que el diputado era próximo a Arenas, razón de más para que la secretaria general abortara la maniobra.
El fallido intento de De la Serna deterioró su relación personal con la diputada, quién, a raíz del escándalo, ajustó cuentas con su compañero de lista, al que ha venido dedicando una profusa colección de venablos e invectivas. Ni que decir tiene que el cunero-comisionista, que ocupa despacho en un sótano asignado al grupo mixto, forma parte con más motivos que nadie de la cofradía de diputados (los hay de todos los grupos) que vienen encargando rogativas para evitar que se repitan las elecciones.