Te hallas entre las sábanas, en la caricia que dibuja garabatos en el roce de la mano con la mano. En el juego sin palabras que tanto cuenta, entendiendo los vacíos y sus silencios.
Te encuentro en el lento caminar de una pareja de ancianos con mil arrugas en sus cuerpos que nunca dejaron de amarse.
Te descubro en los gestos inocentes de niños que se creen mayores cuidando de niños que aún no saben que son niños.
Te espío en el infinito encuentro del agua y su horizonte, sentado con el alma en las manos, suspirando por la eternidad del momento.
Te interrogo por no saber si escribo para tus ojos, mirándote despacio.
Detengo el tiempo al estar a tu lado absorto por tu "sublime" inspiración de poeta callejero.
Sueño con recorrer millones de kilómetros para decirnos hola, adiós.
Indago en las palabras que desconozco intentando ocupar la letra L mayúscula del sofá de nuestra casa.
Llegada la noche, leemos recostados en la cama, una página cada uno de Gerónimo Stilton, confiando en el despertar de tu pasión por la lectura.
Firmo estas letras con el ánimo de pensar en las bondades, aunque no sea momento de felicidad, en cada uno de estos renglones están las personas que alimentan el espíritu.