OPINIóN
Actualizado 11/02/2016
Agustín Domingo Moratalla

El Partido Popular de Valencia se encuentra en un momento de descomposición orgánica. Atrás quedaron aquellos tiempos de ilusión en los que se fraguó con Unión Valenciana una alternativa coherente que hiciera frente a un partido socialista que parecía imbatible. Atrás quedaron, también, los resultados de las últimas elecciones generales donde el partido remontaba después del fracaso en municipales y autonómicas.

La descomposición se explica por varios factores y sin duda la corrupción es el más importante. De la misma forma que hace una década la gente nos mostraba admiración por Valencia y nos contaba lo mucho que había cambiado para bien, ahora cuando salimos fuera nos preguntan ¿qué está pasando?,¿quedará alguien limpio en alguna institución? Cuando buscamos una respuesta prudente a estas preguntas siempre nos encontramos que la "pena de telediario" impide un mínimo discernimiento. Las imágenes de los responsables institucionales entrando en los juzgados acompañados de las fuerzas de seguridad y la facilidad con la que la televisión dicta sentencia moral, hace difícil diferenciar los niveles de responsabilidad personal.
 
Además de la corrupción hay otros factores que están incidiendo en la descomposición. El "factor procesal" está dificultando que las personas acusadas puedan defenderse de lo que parece que se les acusa. La declaración del sumario como secreto hace que
los acusados dispongan de una información limitada y restringida. Algo que no sucede en la opinión pública donde los medios parecen manejar la totalidad de sumarios filtrados previamente. Si a ello añadimos que los responsables nacionales del partido disponen de informaciones procesales que ignoran en provincias, la desconexión está servida.
 
El "factor cívico" también es importante porque los vecinos, amigos y en realidad el conjunto de ciudadanos que habían depositado la confianza en esos responsables inician un proceso de estigmatización. Las personas que aparecen en prensa y televisión con el sambenito de imputadas ya no son vistas de la misma forma por la ciudadanía. A la deslealtad de los superiores se suma la estigmatización de los vecinos. Unos vecinos que habían mantenido numantínamente la confianza en la marca porque conocían a las personas y que ahora no sólo están perplejos sino cívicamente huérfanos.
 
Tampoco podemos despreciar el factor existencial y familiar. La psicología del militante, del responsable orgánico y del cargo político no está hecha para el heroísmo moral. Después de conocer la catadura moral de las oligarquías orgánicas que los han instrumentalizado, las bases y votantes de los populares deberían hacer memoria y empezar de cero con nuevas ideas, nuevos mimbres, nuevas organizaciones y nuevas personas. No sólo porque se lo deben a sus hijos, sino a ellos mismos, hartos de comulgar con ruedas de molino porque, como en Hamlet, "algo huele a podrido en Dinamarca
Leer comentarios
  1. >SALAMANCArtv AL DÍA - Noticias de Salamanca
  2. >Opinión
  3. >Descomposición orgánica