ANTONIO VICENTE / Juez Internacional canino
Hay un mundo paralelo al de la caza, desconocido para el gran público, que tiene un calendario de celebraciones establecido a lo largo del año y que lleva por toda España y algunos países de Europa a algunos aficionados a los perros de muestra; es el mundo de la alta competición de pruebas de trabajo de los citados perros.
Se da la circunstancia que las pruebas más importantes del calendario europeo se desarrollan durante el mes de febrero en España; son las pruebas de primavera que se celebran en tierras sevillanas, y gaditanas según se realicen con razas británicas (pointer y setter) o razas continentales (resto de razas). Se trata de testar la calidad de los perros en lo que es su razón de ser, buscar las perdices, encontrarlas y mostrarlas, todo ello en distintos modelos de pruebas según las razas, en definitiva cazar, aunque, dicho sea de paso, sin armas de fuego real o lo que es lo mismo, sin muerte de la caza, de las perdices, especie sobre la que se hacen las pruebas.
El cóctel que conforman la llanura de las fincas andaluzas, el verde de sus trigos, la benigna climatología que suele haber ya en estas fechas y la bravura incomparable de nuestra perdiz roja salvaje hace que la llamada Semana Internacional de Andalucía atraiga además de españoles a participantes de Portugal, Francia, Holanda, Bélgica, Italia, Serbia y algunos años Grecia, principalmente, además de algún participante argentino.
Este año, por octavo consecutivo, regreso en breves días a juzgar razas continentales invitado, como otros muchos jueces, por el Club Español del Braco Alemán y el Club Español del Deutsch Drahthaar, cinco días del total de nueve que duran las pruebas. También nos visitan jueces extranjeros invitados por los clubs que organizan estos concursos. La cita este año es en Fuentes de Andalucía, en plena campiña sevillana.
A pesar de ser muy diversas las razas de perros que participan y varias las clases de concursos que hay, la mecánica de desarrollo de las mismos siempre es muy similar, aunque con diversos matices señalados por los distintos reglamentos que rigen cada prueba. En turnos de diez minutos y con los perros colocados frente al viento, los británicos siempre en parejas (de dos en dos) y los continentales en solos (de uno en uno), son soltados por sus respectivos presentadores iniciando la búsqueda de las perdices entre el trigo, recorriendo el terreno de un lado a otro, a toda velocidad, y ganando terreno, siempre hacia adelante. Mientras tanto, los jueces, colocados detrás de ellos y de los presentadores, vamos viendo sus evoluciones atentos a todo su trabajo para, al final, hacer una valoración de los mismos y establecer la clasificación final con las calificaciones que consideramos oportunas si durante el transcurso del turno no han cometido faltas señaladas en el reglamento de la prueba como eliminatorias, lo que les impediría continuar.
Al final de la jornada a aquellos perros clasificados se les anota la calificación dada por los jueces en la cartilla de trabajo que tienen al efecto; esta, junto con un trofeo deferencia de la organización, es toda su recompensa, nunca hay un premio económico, por lo que es fácil deducir que todo esto es una afición muy costosa para los propietarios de los perros, pero afición al fin y al cabo. Este mundo también ha sido presa de la actual crisis económica y ahora el número de inscripciones es más baja que años pasados, cuando en razas británicas solía haber unos 300 perros inscritos. En razas continentales las inscripciones suelen estar, actualmente, en torno a los 160 perros. Algunos presentadores han hecho de este hobby su profesión.
Pero la Semana Andaluza es además una inyección de economía en varios sectores de la vida de la zona. Los presentadores italianos y franceses (mayoritariamente profesionales como algunos de otros países, también españoles), principalmente, llegan a Andalucía a primeros de enero para entrenar, el resto suelen hacerlo dos semanas antes, lo que significa ocupación hotelera, servicios de gasolinera o alquiler de las fincas para entrenar. Otras cifras que mueve este 'circo' son los 35 ? que los propietarios de los perros pagan al club organizador por cada día y por cada uno de ellos para poder concursar o esos 60 ? que se le paga cada día a cada guarda de las distintas fincas para que muevan a participantes y jueces por los lugares en los que se desarrolla la competición durante la jornada. También se les recompensa a los propietarios de las fincas donde se celebran los concursos por cada perro que en ella participa.
Mencionar las cifras que los profesionales del adiestramiento cobran a sus clientes, los dueños de los perros, no creo que sea mi cometido, aunque las conozco, pero que las digan ellos si quieren.
Para quienes formamos estos días parte de la caravana cinófila es el momento de reencontrarnos con grandes amigos, jueces, criadores, presentadores, propietarios o simples aficionados que viajan para ver las pruebas, bien desde distintos puntos de España o desde diversos países a algunos de los cuales vemos de año en año. Es el momento de ver los jóvenes ejemplares que cada año debutan en la competición o a los veteranos ya conocidos de años anteriores.
Son días en los que desayunamos hablando de perros, luego vamos al campo al concurso hablando de perros, comemos hablando de perros y cenamos hablando del mismo tema. Los perros nos vuelven locos a todos los que allí estamos, pero desde la más inmaculada locura, algunos hallamos la felicidad viendo correr a los perros sobre el verde trigo mientras, de vez en cuando, se detienen estáticos ante la presencia de una pareja de perdices, localizada mediante su extraordinario olfato, que se camuflaba entre el trigo. Así es, básicamente, el transcurrir de estos días. Me voy a ser feliz.