Voy caminando dentro de una sombra. La luz sutura el cielo oscurecido dejando sobre el parque cicatrices de hojas mojadas. Sale y muere el sol: entre las nubes juega al escondite como si fuera un niño abandonado en medio de un gran bosque. En las pupilas de un perro que se cruza hallo el amor de un árbol deshojado. Lo dibujo dentro de mí y veo temblar un cable lejano de telégrafos. Vencidos se van durmiendo todos los semáforos. Antaño en su lugar crecían las zarzas; hoy ya no están, pero las veo, no obstante, si cierro la mirada, fantasmales, desdibujando el tiempo, junto al río.