"¡Basta ya!" Es la frase que se nos viene a muchos a la cabeza cuando vemos otro caso de corrupción. Y es que la buena labor de los cuerpos y fuerzas de seguridad del Estado en los últimos años nos está mostrando la putrefacción que campaba (y que campa, para qué nos vamos a engañar) entre la clase política de este país. Aunque la corrupción, por lo que se ve, es como la paella, en ningún sitio la hacen como en Valencia.
La operación Taula, última desvelada y que afecta a las más altas esferas del PP valenciano, se suma a varios casos más que han implicado en el País Valenciano a este mismo partido (casos Brugal, CAM, Cooperación, Gürtel, Emarsa, Fabra,?), hechos que revelan una auténtica trama mafiosa, sustentada en las redes clientelares y el amiguismo en que puede llegar a desembocar el hecho de que una misma formación política se perpetúe con mayoría absoluta en el poder. Y es que esta manera de actuar, que se repite en el caso de CiU en Cataluña o en el PSOE en Andalucía, no deja de ser una forma de gobernar al estilo absolutista, en que se lleva a la práctica aquello de "todo por el pueblo pero sin el pueblo", o mejor dicho, todo para mis amigos pero con el dinero de todo el pueblo.
No obstante, no podemos obviar la aquiescencia que existe en este país con la corrupción, que es bastante tolerada, pues ¿Quién no ha oído alguna vez ante corruptelas espetar a alguien "yo si pudiese hacía lo mismo"? Y ese, un clima cultural bastante tolerante con la corrupción (que llega a algunos de nuestros paisanos a justificarla), es lo que convierte a este problema en más preocupante aún. Somos conocidos como "el país de la picaresca" pero, robar lo que es de todos para repartirlo sólo entre "los amiguetes", no es ser un pícaro, es ser un hijo de? pónganle ustedes el final a la frase.
Entretanto, aunque sea en funciones, seguimos regidos por el gobierno de un partido que es precisamente el que más causas abiertas por corrupción tiene en el país y que, a su vez, fue el partido más votado en las elecciones de diciembre. Y es que el PP ha sido señalado por los jueces de poseer una contabilidad ilegal paralela a la oficial, dándose anécdotas curiosas (a la par que molestas para quien paga impuestos sin defraudar a Hacienda) como que la reforma de la sede nacional de este partido haya sido pagada con dinero negro, o que los discos duros de los ordenadores de Bárcenas (que contendrían los datos de sus corruptelas), fuesen premeditadamente formateados antes de ser entregados al juez instructor del caso, esto es, limpiado su contenido y, con ello, toda prueba que pudiese incriminar a alguien por desfalco de dinero público o por trama mafiosa.
Así pues, la corrupción desangra a la maltrecha piel de toro, infestada de casos delictivos de este tipo allá por donde pisemos. Se dice que antaño una ardilla podría ir de un lado a otro de la península saltando de árbol en árbol, y desgraciadamente, hoy parece que esa misma ardilla podría ir de una punta a otra de España saltando de cabeza en cabeza de corrupto, aunque sospecho que antaño ya podría, pues como dice el refrán "de aquellos polvos, estos lodos", con la diferencia de que varias décadas atrás, con unos medios de comunicación afines al régimen so pena de cierre, los casos no salían a la luz.
Actualmente, la lista de casos de corrupción que han alcanzado la opinión pública es larga, pero más larga es la de los sucedidos en realidad, pues sin pruebas ni testimonios, aunque haya sospechas, no hay caso. De este modo, como las tramas de corrupción suelen funcionar como una tela de araña de intereses, que si yo te adjudico las obras me das un 3%, que si te enchufo al hijo o al sobrino me sigues votando, que si no te callas ya puedes preparar las maletas y emigrar porque nadie te contratará,? Y así un largo etcétera, pues en esta tela de araña, los que están dentro, por intereses personales, se callan aunque vean algo "sucio", y tragan todo lo que pase, mientras el dinero público se ve desprotegido ante dicha corrupción.
Es vergonzoso que todas las semanas o, cuanto menos, todos los meses, nos topemos con una nueva trama. Y es precisamente donde hay un partido hegemónico donde son más frecuentes éstas. En el caso del PP hablamos, aparte de Valencia, de Madrid (Púnica, Guateque, Gürtel, Porto, etc.), Castilla y León (Eólicas, Lasarte, Ciudad del Golf, etc.), Baleares (Andratx, Palma Arena, Bitel, Rasputín, etc.) o Galicia (Baltar, Arena, Conde Roa, etc.), mientras que en el PSOE los casos de corrupción recientes se concentran en su principal feudo, Andalucía, con los afamados casos de los ERE, de Mercasevilla y de los cursos de formación, lo que no ha evitado que se hayan dado en otras regiones, como el caso Caja Castilla-La Mancha, estando implicados, en algunos casos, políticos del PP y PSOE juntos (casos Pokémon y Campeón, en Galicia, por ejemplo). CiU también ha trincado su parte de pastel en Cataluña (con casos como los de las ITV, el Palau, o Pallerols, y con Jordi Pujol a la cabeza de la corrupción de este territorio), mientras que el socio navarro del PP, UPN (con los casos Caja Navarra y Egüés) sería otra formación apuntada al festín del saqueo del erario público.
Y todos los citados (y otros tantos más dejados sin citar) son casos de los que los ciudadanos nos hayamos enterado pero? ¡Lo que nos faltará por saber! Si los despachos hablaran? Las Diputaciones, ya de por sí viciadas para las tramas por el sistema de elección de los diputados provinciales (que favorecen la instauración de caciques de zona), han de esconder mucho en casos como el de Zamora (donde no ha habido alternancia en el poder desde el franquismo, pues las mismas caras anteriores a la democracia continuaron posteriormente, con UCD y AP en el gobierno de esta diputación). En comunidades autónomas como Castilla y León, con gobierno del PP desde 1987 (y casi siempre con mayoría absoluta en este tiempo), los cajones deben esconder más de una sorpresa. Otro tanto ocurrirá en nuestra provincia, con más de dos décadas del mismo partido al frente de la Diputación, aunque mientras no se demuestre lo contrario hemos de creer que no hay ni rastro de cuestiones como tráfico de influencias, malversación de fondos públicos o prevaricación.
En todo caso, quizá haya también un problema de falta de conciencia crítica. Allegados a unas u otras siglas intentan tapar o minimizar (o incluso justificar en algunos casos) la corrupción de sus partidos porque los consideran 'de los suyos', y si se presentasen en las listas los seguirían eligiendo aunque estén salpicados por la corrupción (ahí está el caso de Gómez de la Serna, elegido diputado hace un mes). No obstante, la corrupción no se puede justificar en ningún caso, ni buscar excusas. Robar lo que es de todos es delito, y los representantes del pueblo deberían pensarse dos veces antes de presentarse si la formación por la que concurren está suficientemente limpia (y si no lo está, en los casos municipales, siempre pueden optar por presentarse sin siglas, como una agrupación local de electores), pues de lo contrario, corren el riesgo de que se les enjuicie con el refrán de "dime con quién andas y te diré quién eres".