OPINIóN
Actualizado 04/02/2016
Enrique de Santiago

La semana pasada celebramos el día internacional de la paz, en un tiempo de guerra, violencia,  agresividad, rencor, odio, enfrentamientos fratricidas, líneas rojas; es decir, vivimos un mundo en el que es imposible la paz. Ese anhelo tiene como sustento el respeto, la superación de las diferencias, el diálogo, la admisión de la disidencia y, por ello, resulta paradójico hablar de paz, esa paz que está en boca de todos y todos traicionan, de esa paz que ambicionamos los ciudadanos y a la que, por parte de todos, se le añade cicuta.

Unos hablan de paz y nos están metiendo la mano en el bolsillo; otros hablan de paz y se dedican a acusar al adversario y tapar sus latrocinios; otros hablan de paz y practican la agresión, la persecución, el escrache y encima huelen a ponzoña; unos hablan de paz y se dedican a mirar para otro lado. Y, así, no conseguiremos la paz.

La paz se logrará cuando todos juntos apliquemos la ley, todos juntos persigamos al corrupto, todos juntos defendamos España -entendida como quieras- pero nuestra España y nuestra democracia; cuando todos dejen vivir a los ciudadanos sin imponerles obligaciones que no se aplican ellos; cuando seamos libres para hacer o pensar lo que queramos sin que nadie nos dirija, ni a nosotros ni a nuestra economía; cuando, dentro de esa libertad, el grande no se pueda comer al chico y el chico pueda actuar en igualdad de condiciones; cuando consigamos anular las prácticas abusivas de todos, y no sólo de algún banco; cuando un político que prometa algo no lo cumpla y se tenga que marchar a su casa por ello; cuando hagamos las cosas de otra manera, pues se pueden hacer de otra manera.

Es el momento de los ciudadanos, es el momento de exigir a nuestros políticos que cumplan con la regeneración prometida; que, sin odios, sin rencores ni venganzas, sean capaces de liderar los cambios que precisamos y, entre todos, todos juntos, sean capaces de reforzar la democracia con controles efectivos, eficientes e independientes para que salgamos juntos de este lodazal.

Por proponer esto me llaman loco de extremaderecha, esa es la forma de hacer la paz.

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