OPINIóN
Actualizado 04/02/2016
José Javier Rodríguez Santos

Cuarto post dedicado a la educación del deseo en la familia, esta vez con un olor especial...

La receta del arroz duro.

Alguna que otra vez nos hemos sentado toda la familia a comer y, por desgracia, al arroz le faltaba cinco minutitos para estar listo. Esta circunstacia puede generar tensión o una magnífica oportunidad para educar el deseo. Os propongo utilizar un juego que Carlos Moreno, El Pulpo, empleaba con sus oyentes de Cadena 100: La pregunta del SI/NO.  A uno de las "fierecillas hambrientas" se le lanzan preguntas a las que puede responder con aquello que considere oportuno, pero, eso sí, nunca podrá emplear la afirmación SI o la negación NO. Parece sencillo, pero es difícil de resistir más de un minuto sin caer en la trampa.

Con este tipo de pasatiempos ?también se pueden utilizar en un atasco? además de pasar un rato agradable, se fomenta la  reflexión, el pensamiento alternativo, la creatividad, el pensar las cosas dos veces antes de decirlas?

 

La receta del cocido

La mayoría conoce cómo preparar un rico cocido. Sin embargo, el que os propongo se "arregla" con otros ingredientes. Me inspiro en el libro El perfume de la adolescencia, de Alberto Faccini. El secreto de todo buen cocido está en la materia prima. Así, del mismo modo, para educar el deseo, hemos de introducir en "cazuela de nuestros hijos" el ingrediente de las buenas virtudes y los buenos hábitos que ya tienen adquiridos. Es decir, hagamos conscientes a cada uno de nuestros hijos de cuáles son sus talentos: responsabilidad, generosidad, constancia, esfuerzo, orden, deporte, arte? Primero nosotros los metemos. Pero el éxito de todo buen cocido está cuando se sirve en el plato. Es ahí, cuando nuestro hijo se convierte en el protagonista y muestra sus habilidades: yo soy colaborador en casa, ayudo a mis hermanos, me acuerdo de llamar a mis abuelos, escribo bien, canto y me esfuerzo por hacerlo mejor, comparto lo que sé con mis hermanos... Ello le anima a proyectarse y construirse como hombre, como mujer, con una personalidad social fuerte, segura y constructiva.

 

La receta del bollo maimón

A muchos cocineros nos gusta preparar los guisos el horno porque, es cierto, nos permite hacer otras tareas mientras el guiso va lentamente horneándose. Pero, no es menos cierto, que nos gusta utilizar nuestro propio horno, ya que le tenemos tomado el pulso. No se hornean igual las lubinas, el bollo maimón o unas costillas en "nuestro horno" que en el nuestra madre, nuestra cuñada o el de casa de un amigo.

Lo mismo ocurre con los hijos: cada uno tiene su momento, su tiempo, su temperatura adecuada. Por ello, al igual que conocemos el tiempo y la temperatura a la que introducimos el bollo maimón, hemos de esperar el momento adecuado para despertar un sueño en nuestro hijo y que la levadura, que hemos ido ofreciéndole a lo largo de su vida, fermente adecuamente. A unos les llega la inspiración desde pequeñitos: quiero ser médico, maestro, enfermero, o bombero... Otros, en cambio, han de esperar a que la temperatura llegue a los 200º y lleve un buen tiempo caliente. Alcanzan el bachillerato y desconocen cuál es su sueño. Lo importante es ir dando motivos, razones, esperanzas, sueños, emociones para que el bollo maimón crezca en el momento más adecuado y, cuando lo saquemos del horno, no mengue... Una difícil tarea que sólo en la familia se sabe hacer, aunque a veces, algún maestro en la escuela añade algún ingrediente que tal vez faltaba.

Más..

Dejo, para la semana que viene, la técnica del "pomodoro", la receta del buen postre, la del café italiano o la recomendación de que con el fuego no se juega.

 

Nota: imagen tomada de https://pixabay.com/

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