Fin de las estrategias

Lo que quiere Iglesias ya lo sabemos, hay que agradecerle la sinceridad, un Ministerio de Plirunacionalidad, el del Ejercito, el de Interior, el de Hacienda y el de Economía y, además, la Vicepresidencia del Gobierno del que depende el CNI, los servicios secretos del Estado. A Sánchez "le deja" la Presidencia y el boato.  Es evidente que con estos mimbres no puede el PSOE hacer ningún cesto. Después de esto Rajoy se manifestó renunciando a la investidura en lo que se ha venido a denominar una magnifica, ¿magnifica? estrategia.

Pues bien, parece que con la segunda vuelta se han acabado las estrategias y empezaremos las negociaciones para la formación de un gobierno, ya veremos si estable o no; negociaciones que aún no han tenido lugar pues nadie se ha sentado con nadie para dialogar, discutir y acordar sobre programas políticos que conduzcan a buen puerto a este país, peor aún,  nadie se ha sentado con nadie para nada, solamente han hablado por teléfono entre los que se hablan, pues otros pare que ni se hablan si se hablarán, aunque tal vez el no, es no, pueda empezar a ser no pero veremos.

Parece imposible estimar, ni someramente, que puede ocurrir en esta segunda vuelta pues nadie tiene los votos suficientes para conformar gobierno. Los populares con ciudadanos no son suficientes; los socialistas tienen muy difícil, si no imposible, pactar con los podemitas y menos aún después de las declaraciones de Iglesias, si bien es cierto que este líder cambia de opinión, o las matiza hasta diluirlas en el discurso, en función de cómo vayan surgiendo los acontecimientos; los peneuvistas dicen que con Rajoy no, porque ha hecho mucho daño con su rodillo, pero que tal vez pueda matizarse y que ya veremos cuando empiecen las negociaciones; los catalanes no se sabe, tal vez se abstengan, tal vez no, pero nadie les ha pedido nada, ¿de qué hablarán estos chicos, todos, pues parece que están esperando para negociar. Ignoro si se han dado cuenta, pero todos ellos se arrogan el derecho y la sabiduría de interpretar lo que hemos dicho los ciudadanos, o la gente, o la ciudadanía, o los votantes, o los electores o el pueblo, depende de quién lo diga; nunca se tiene en cuenta a los que nada dicen con su voto en blanco e incluso con su abstención.

Siéntense ya sus señorías a hablar, sin líneas rojas ni cortapisas que impidan un acuerdo, discutan hasta la saciedad y formen un gobierno que se adapte, en lo posible, al espectro de ideas que los ciudadanos hemos votado y que redunde en el bien de España.