Tal como habíamos concertado, nuestro amigo "el Bardo" nos espera para contarnos, historia y leyendas que se vierten sobre el Colegio-Seminario de Carvajal.
En la tarde, aunque soleada, el frío era de rigor, corre el mes de febrero. La baja temperatura mesetaria hace que el grupo nos arrebujemos, protegidos contra la vieja pared, a lo lejos hace señas "el Bardo" escasa ropa de paño gastado por el uso, y posiblemente comprado a los ropavejeros guarda las pocas carnes del muchacho.
Nos comenta su breve retraso:
Había dejado a sus padres en la destartalada casa, junto a unos leños de encino, calentando lo poco que madre tiene en la olla para el almuerzo.
- Quedan con ojos enrojecidos, son ancianos y hoy precisamente no es un buen día en el hogar, hace pocos días que el carretón se llevó a su hijo de 15 años, mi hermano de madre -dicen que de la peste- ¡vaya usted a saber!
Nos conduje amablemente a la entrada del Seminario de Carvajal:
Como pueden apreciar la placa en pizarra, nos indica que fue inaugurado en 1662 Leemos:
"Fundado mediante testamento otorgado el 24 de octubre de 1649 por D.Antonio Vargas de Carvajal, vecino y Regidor que fue de esta ciudad, hijo de los señores Doctor Rafael Rodríguez de Carvajal y Dª Antonia de Vargas. Deja por patronos al Sr Obispo, y a los señores Dean y Cabildo de esta ciudad y a sus hermanos por sus vidas"
La finalidad de éste colegio es recoger al gran numero de pilluelos que pueblan las calles y plazas de Salamanca, robando unos peniques, un trozo de pan, un rico caramelo, algo en que entremeterse, y a la vez trastear, tirando piedras al pobre que pide en una esquina, o al disminuido físicamente que tiende la mano en la puerta de la iglesia, mostrando sus necesidades, con el fin de levantar dolor y pena a los feligreses que acuden a los oficios religiosos, y recibir unas monedas que le ayuden a poder pasar el día y mantener a la numerosa prole. Como podemos apreciar en la placa se necesitaban ser pobres de solemnidad.
NOTA: el pobre de solemnidad era acreedor de beneficios procesales "oficialmente pobre" y llevando la mencionada acreditación recibirán beneficios sociales"
El catedrático y Regidor de Salamanca D. Antonio de Vargas y Carvajal junto a la generosidad de su esposa deciden recoger a estos pobres niños, darle una enseñanza y un plato caliente de comida. En año de 1791 un 7 de diciembre sufre un tremendo incendio, teniendo que ser reconstruido el año siguiente.
Desde la niebla puede adelantarme al tiempo, a los siglos y ver algo ¡tan diferente! que llega a asustar, una voz comenta que es el siglo XX, año 2000 y otro incendio asola el Colegio Carvajal destruyéndolo por completo. Dicen, cuentan, que fueron intencionados.
Hasta aquí queridos forasteros la historia, ahora les cuento la leyenda
Comentan que su fundación se debe a un incidente entre D. Antonio, hombre corpulento de recio carácter con un humilde zapatero. El zapatero se encontraba comprando un poco de aquí, otro poco de acullá en el mercado, -dentro de sus limitaciones económicas- lo mejor para poder disfrutar de un estupendo Lunes de Aguas, casi se le saltan los ojos y los cordones de las botas, cuando ve ante él una deliciosa anguila; pero el destino hizo que otros ojos se posaran sobre el sabroso pez: el Corregidor de la ciudad, si, D. Antonio Vargas y Carvajal, ambos preguntaron al unísono
-¿Cuánto cuesta?
El precio es de sesenta reales, apunta con voz cazallosa el pescador; el hombre rico, riquísimo, es nada menos que el Corregidor, que se niega a pagar tan gran suma por un pescado, pero el humilde zapatero seguramente rivalizando, o en acto de orgullo y bravuconería dice:
-Sí, yo los pago
Encolerizado el Corregidor le pregunta asombrado
-Y ahora si el pescado te sienta mal pobre remendón zapatero, ¿a dónde iras al no poder seguir trabajando en remendar viejos zapatos?
-No se preocupe Señor Corregidor, para curarme está el hospital, que dan comida y gratis.
Mordiendo la rabia, y rezongando para sus adentros, mientras bufaba para fuera, decide cambiar el testamento, era soltero y sin hijos reconocidos, por lo que decide que su fortuna no sea para el hospital, sino para una Fundación, El Seminario de Carvajal, poniendo una apostilla al testamento
"Los hijos de zapateros no podrán estudiar en éste centro"
Así pagó el "tío Blas" el paladear una anguila del río Tormes, y la venganza del poder de echó contra él.
Muchas gracias, han sido ustedes muy generosos, mis padres podrán disfrutar de unas viandas más abundantes, no olviden que nunca se debe ofender a quien puede pisar nuestra cola.
Seguiremos encontrándonos en otro lugar de la bella ciudad charra.
- Para serviles su amigo el "Bardo" les seguirá esperando.
Vi como se inclinada y hacía una revolotea con sus raída gorra, siguió caminando por la ciudad sorteando charcos y barro.