OPINIóN
Actualizado 31/01/2016
Fernando Saldaña

Emilio estaba de buenas. La noticia de que no se aplicará la doctrina Botín a la infantita le ha servido de chute de optimismo. Al grito de la casa invita nos sirvió una ronda mientras recordaba tanto no lo sé, tanto no me acuerdo y tanto silencio consentido por un tribunal que no quiso aplicarle eso del desacato.

A Emilio, desde luego, se le juntan, a veces, la realidad y la ficción televisiva, y nos mezcla la sensatez con dosis de largometraje yanqui.

Mientras bebemos el chato peleón, hablamos de la corrupción del PP, de Valencia, del papelón de Felipe González, adalid y valedor de Rajoy, y de la infantita, esa que se pasó de lista por ir de tontita.

Ahora falta que llegue la sentencia y que llegue pronto; que se haga justicia y que no pesen genealogías ni joyas. Falta que cada palo aguante su vela y que paguen los que nos dejaron a dos velas, porque ya está bien de tanto desatino, de tanto desafuero, de tanto corrupto suelto paseando sin collar ni bozal.

Que defienda su inocencia con argumentos y no con silencios, porque, de momento, la culpabilidad cala en nuestras mentes por más que nos empeñemos en darle tiempo al tiempo.

Tras la ronda cortesía de la casa, pedí yo otra. Hacía tiempo que no estábamos tan a gusto. Quizás influya que llevamos más de un mes sin gobierno y las cosas no nos van tan mal. No, si al final van a demostrarnos lo que muchos llevamos meses y meses diciendo: sin Rajoy, España puede ir bien.

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