Hay entrenadores que trabajan en equipos y hay personas que viven por y para un club. El protagonista de estas líneas se encuentra dentro del segundo grupo
Hay entrenadores que trabajan en equipos y hay personas que viven por y para un club. El protagonista de estas líneas se encuentra dentro del segundo grupo. Alberto Miranda alcanza los cien partidos como entrenador de su Perfumerías Avenida.
La victoria más amarga. El deporte, como la vida, está lleno de ironías. Dolorosa ironía la que vivimos en aquella tarde-noche de finales de 2012, cuando Jorge Recio anunciaba la destitución de Alberto Miranda como entrenador del primer equipo del Perfumerías Avenida, en busca de un cambio de rumbo en una temporada que no marchaba bien. Posiblemente ese fue el mejor partido que había disputado el conjunto azulón en esa temporada, pero la decisión ya estaba tomada desde el día antes. Aun sabiendo que ya no iba a entrenar más a ese equipo, Alberto Miranda se sentó aquel día en el banquillo para conseguir su, posiblemente, triunfo más amargo.
"El tiempo dirá", decía Jorge Recio. Le faltó suerte a Alberto. Lesiones y asuntos extradeportivos que contaminaron y entorpecieron el trabajo con la plantilla, lo que llevó a unos malos resultados. Se necesitaba un cambio de aires, y ya saben que en esto del deporte el primero que paga es el entrenador, ya que se le supone responsable, y porque es más rentable echar a un entrenador que a media plantilla.
Esa temporada el conjunto azulón acabaría ganando la Liga Femenina, siendo finalista de Copa y quedándose a las puertas de la F8 de la Euroliga. A la temporada siguiente repetía Víctor Lapeña en el banquillo, con Supercopa, Copa y derrota en la Final de Liga, donde se pondría punto y final al proyecto del entrenador aragonés.
Y el tiempo dijo. Sorpresa mayúscula cuando se anunció que Alberto Miranda volvía a ponerse a los mandos de la nave perfumera. Con las maletas ya prácticamente hechas para poner rumbo a Suecia, el entrenador charro recibió la llamada de Avenida. Y Alberto eligió quedarse en casa.
Había dudas. El triste final de la primera etapa era una losa que no iba a ser fácil de quitar. La Supercopa de España de forma aplastante ante Rivas sería la primera grieta que se hizo en dicha losa. Después vendría la mejor primera vuelta en una fase de grupos de Euroliga en la historia del club. La losa cada vez pesaba menos. Y la losa se hizo añicos al levantar la Copa de la Reina en Torrejón. El final de temporada dejaría un regusto amargo, al pasar Girona por encima de Avenida en la final de la Liga.
Llegaba la presente temporada. Mismo coche, mismo mecánico, pero con la mayoría de las piezas nuevas. Sobre el papel este proyecto recordaba a cierto equipo que lo ganó todo en el 2011. Pero los puzzles son muy bonitos cuando miramos la caja, y no nos damos cuenta de lo complejos que son hasta que no empezamos a unir piezas. El "equipo en construcción" caía en el último momento en la Supercopa y empezaba la Liga Femenina con una estrepitosa derrota ante Conquero.
Alberto empezaba a unir los bordes y las esquinas del puzzle. Llegaban las derrotas en Euroliga. Y la parte más dura, los pitos del sector más exigente de Würzburg. La gente pedía su propias piezas, pero, a veces, hay piezas dentro de una caja que no pertenecen a ese puzzle y, por mucho empeño que se le ponga, no encajan. Se quitan las piezas sobrantes y se encuentran las piezas que faltan.
El puzzle comienza a coger forma. Récord de victorias consecutivas en Liga, consiguiendo una vuelta perfecta (y subiendo). En Europa comienzan a llegar las victorias gracias a Würzburg y se asume como objetivo el acceso a la Eurocup. Quizás estas no fueran las expectativas, pero Alberto Miranda no ha construido su equipo para cumplir expectativas, ya que cada cual tendrá las suyas, sino para saber adaptarse a las circunstancias, que son las mismas para todos.
Y así, 100 partidos después, Alberto Miranda sigue montando el puzzle llamado Avenida. 100 partidos con un mal comienzo, que fue el mejor aprendizaje para regresar y continuar su trabajo, en su casa, en su club, en el equipo que siempre quiso entrenar. Dos Supercopas, una Copa de La Reina y una Final LF en 100 partidos. No muchos pueden decirlo. Todo era cuestión de suerte. Y de paciencia y trabajo. Y entender que a cuanta más paciencia y trabajo, más suerte se tiene. Y el tiempo dirá...