OPINIóN
Actualizado 27/01/2016
Alberto López

Hasta hace unos meses era de los que pensaba que el tiempo es oro, un bien preciado que se nos escapa de las manos y con el que siempre tenemos las de perder porque nos saca ventaja y a la vez en demasiadas ocasiones necesitamos al menos una hora más al día.


Sin embargo, hace siete meses, con algo tan sano y tan de moda como practicar deporte, la percepción que tenía de muchas cosas cambió.


Jugando un partido de baloncesto, y cuando por la edad la cabeza va por un sitio -20 años menos- y las piernas con la edad real, me rompí el tendón de Aquiles. Tardé en comprender el alcance de la lesión porque al principio, en estos casos, uno asegura que le han dado una patada por detrás, lo que es el síntoma inequívoco de la lesión y de la gravedad.


No voy a hablar de las molestias de la cirugía ni de la larga rehabilitación..., porque todo fue mejor de lo imaginado en un principio. El caso es que como de una u otra manera los seis meses de recuperación no me los quitaba nadie, me planteé no desconectar del trabajo (el famoso teletrabajo), pero sí de las obligaciones autoimpuestas de escribir y cambiarlas por leer y, sobre todo, dedicarme intensamente a la rehabilitación diaria. Gracias a esto último, al mes y medio conducía y a los dos meses andaba con normalidad aunque con una ligera cojera.


Esta  contextualización, necesaria por mi ausencia de siete meses de este espacio (¡qué dura es la vuelta al cole!), sirve para justificar el título de esta reflexión. Entre las lecturas más llamativas, dos de ellas tenían que ver con el tiempo: 'El guardián del tiempo', de Mitch Albom, y 'Escribir es vivir', de José Luis Sampedro.
Entre ambas lecturas, me quedo con que el hombre es la medida del tiempo: cuando se acaba la vida de uno, se acaba el tiempo y eso está por encima de que lo que no da dinero no importa, que es en el fondo lo que significa la mercantilista frase de "el tiempo es oro". Es decir, he experimentado más que nunca aquello de disfrutar de los pequeños placeres de la vida, cada momento en su máxima intensidad, cada detalle? para no lamentarme jamás de volver a tener la sensación de perder el tiempo.


Cuando estás lesionado anhelas estar bien, recuerdas cómo estabas antes de la lesión, miras con cierta 'envidia' a los sanos que hay a tu alrededor y te preguntas si volverás a estar igual alguna vez? pues eso, que el tiempo es vida.

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