OPINIóN
Actualizado 26/01/2016
José Javier Muñoz

   El ejercicio del periodismo se ha deteriorado hasta extremos penosos. En este y otros artículos próximos reproduciré algunas de las ideas que expuse en mi libro de Redacción periodística (*), publicado hace más de veinte años y que lamentablemente no ha perdido vigencia. Han cambiado los soportes tecnológicos y los hábitos de los lectores, pero se mantienen, agravadas, las prácticas más perniciosas de la profesión. He aquí, en cursiva, unas muestras del apartado que dediqué a los defectos:

      "Hay que evitar el seguir la corriente. Estar 'in', 'en onda', 'en el rollo', 'en la pomada'... o sea, de moda ?no importa cuál sea la expresión argótica que se utilice en cada época?, no es un móvil suficiente para un periodista. El seguir la corriente es causa de un periodismo defectuoso en el fondo (en la elección de temas y en su valoración) y en la forma (en el lenguaje y la presentación formal del trabajo)".

     Pues bien, en 2016 los medios se encuentran sometidos casi sin excepción a la dictadura de lo políticamente correcto. Las portadas de los diarios y los titulares de los informativos de televisión contienen prácticamente los mismos temas (política, corrupción, cambio climático...), teñidos en cada caso con el color del cristal del grupo de poder que los financia. Y coinciden en silenciar los mismos asuntos de enorme trascendencia, como el trasfondo del terrorismo en España, ciertas tropelías de la extrema izquierda y la incidencia de la inmigración incontrolada en el aumento de la delincuencia y de la estultamente denominada violencia de género. La mayoría de los periodistas actúan robotizados y con anteojeras, bien es cierto que en muchas ocasiones en defensa propia más que por intereses personales espurios.

     Es también un error frecuente el hipervalorar lo popular con la intención o el jusificante de 'sintonizar con el pueblo'. Lo cierto es que el papel del periodista se justifica, entre otras cosas, en la necesidad de calibrar el interés de las noticias no sólo por el hecho de que atraigan más o menos curiosidad popular. Si éste fuese el único criterio de actuación, si no hiciera falta un medidador, sobraría el profesional. Muchas veces, el interés de la masa no sólo no es el único factor a considerar, sino que ni siquiera es el primero."

   Dos décadas después, personajes y personajillos de dudosa catadura e inferior categoría continúan acaparando espacios impresos, audiovisuales y digitales por el mero hecho de interesar a las marujas y los chismosos y satisfacer el morbo popular. 

*Redacción periodística: teoría y práctica. Editorial Cervantes. Salamanca (2ª ed. 1995).

 

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