Estamos viviendo en España una de las etapas más complejas e interesantes desde el punto de vista político. Una fase propia de una democracia. La tarea (lo sabemos todos) es la de poner en marcha una serie de negociaciones que den como resultado un pacto entre dos o más partidos para poder formar un gobierno de la nación.
Pues bien, en esta crucial etapa, en estos meses, se echa en falta, como nunca, analistas políticos desapasionados, objetivos, que nos hagan ver al ciudadano medio los resultados de sus análisis, es decir los "pros" y "los contras" de determinada coalición: los aspectos positivos y negativos de un pacto de dos partidos distintos, en materias como la economía, la educación, la cultura, el medio ambiente, la sanidad, etc. Pero, desgraciadamente, salvo alguna excepción, estas semanas estamos oyendo o leyendo manifestaciones primitivas, puramente emocionales, en las que se ve demasiado claro el interés subjetivo del supuesto analista político, en sus vociferantes diagnósticos: " Si se lleva a cabo tal pacto o coalición?¡será la hecatombe para España, los inversores huirán, la economía retrocederá?!". En ningún momento argumentan los motivos de sus afirmaciones, solo parecen desear meter infantilmente miedo al porcentaje de españoles ( ¿el 70%?, ¿el 30%?) que han votado a esa opción y que han dado su confianza a los líderes. En una materia tan compleja y multidimensional como es la política, si alguien califica todo un programa político de "desastre" o "negativo" o "¡maravilloso!", ya sabemos qué está diciendo ese alguien: que el programa es bueno o malo PARA ÉL.
La mayoría de las decisiones que tomamos tienen sus partes positivas y sus partes negativas; por eso decimos que "nos arriesgamos" a tomarlas y nos tomamos el tiempo necesario. Sabemos que la realidad no es blanca o negra, sino llena de colores y matices.
Pero lo más primario y antidemocrático de todo este delicado momento es el juego que juegan algunas supuestas empresas de opinión: dan cifras, porcentajes, de la opinión de los españoles sobre esos posibles pactos: poco fiablemente un día publican una cifra, al día siguiente otra muy distinta ( en general más moderada) como si los españoles fuéramos poco desarrollados mentalmente e inestables en nuestras opiniones; como si cada día cambiáramos nuestro modo de percibir el mundo.
El expresidente del Gobierno J. L. Rodríguez Zapatero expresó el otro día a un periodista una frase humilde y sabia; dijo que él optaba por el silencio ante esta tarea decisiva que estamos viviendo, los posibles pactos políticos. Pero como su frase no tiene ninguna espectacularidad, los medios no le han dado importancia, enseguida la han silenciado.
Sin embargo, estamos cansados de ver el típico cartel de "POR FAVOR NO MOLESTEN", como mensaje de que se está haciendo una labor que requiere concentración.
Pues eso, por favor no molestemos con gritos y descalificaciones infantiles en esta delicadísima labor de buscar el mejor gobierno posible, para este momento concreto de la historia de España.