OPINIóN
Actualizado 25/01/2016
Alfonso de Cabo

Eterno debate si la salud se debe regir por criterios públicos y universales o privados y de economía liberal. Muchos son los defensores y detractores de una y otra,  y no les falta razón a todos pues ambas tienen aspectos defendibles y reprochables.

La universalidad, medios y recursos,  son virtudes que adornan a la sanidad pública. Por el contrario el elevado coste pagado con un aumento de déficit público, las inevitables listas de espera y la despersonalización del trato son lastres que arrastran a este tipo de sanidad. Por el contrario, el trato inmediato, individual y personal hacen de la sanidad privada un fruto muy apetecible.  Pero hay que poner en su debe el ajuste desmesurado de los recursos que hace que se mueva al límite de esa raya de lo justo,  que separa la escasez y el despilfarro haciendo que a veces se incline hacia el primero

En ambas, justo es destacar la profesionalidad del personal  que en ambas trabaja, desde los niveles más básicos hasta los más cualificados y siempre que se alejen de los manejos políticos que pueden enturbiar su función. Sin duda, en ambas es el personal profesional que nos atiende cuando somos pacientes y pone todossu esfuerzo y conocimiento para la recuperación de este bien tan preciado como es la salud.

La virtud siempre está en el punto medio y alejada de los extremos. Sería deseable que entre todos consiguiéramos en un futuro una sanidad híbrida, donde lo público y lo privado se mezclen, aprovechando las virtudes de cada una, alejadas ambas de sus defectos, para beneficio de todos nosotros.

Doctor Alfonso de Cabo

Fotografía: Jesús Fuentes

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