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TOROS
Actualizado 24/01/2016
David Rodríguez

Gustaron las ganas, desparpajo y frescura de un joven aspirante de Valdecarros (Salamanca), se llama José Bonilla y además no está exento de gusto

No hay nieve en la sierra ni se la espera. Por mucho que a todos se nos ría el colmillo pensando que la factura en calefacción de este invierno va a ser asumible, en el fondo sabemos que lo del asunto climático no tiene marcha atrás, es un problemón y antes que después pagaremos las consecuencias. Pensamos que la culpa, como siempre, es de los demás, de China, EEUU, de las grandes multinacionales o del sursuncorda y lo cierto es que todos pudimos poner nuestro granito para no haber llegado a la  situación de no retorno.

Este fin de semana  a las cuatro de la tarde y con una temperatura primaveral muchos de los aficionados que se desplazaron hasta las Huertas de las Viñas para asistir a los cuartos de final del Bolsín Taurino pudimos hacerlo andando, en bicicleta o compartiendo vehículo más resulta que había más coches que personas.

Yo no tengo reservado este espacio para hacer un alegato de la ecología universal o del cambio climático, Dios me libre, e incluso podría ser que las temperaturas agradabilísimas no sean más que una mera casualidad o la excepción que confirma la regla, solo que llegadas estas fechas recuerdo el frio que hemos pasado en pasadas ediciones del Bolsín y me llama la atención. Simplemente.

Una ganadería de ferias y pedegree  echó el sábado un tentadero regular tirando a bueno. Las eralas de Montalvo no se emplearon con codicia en el caballo pero sí que resultaron buenas y manejables en la muleta de los doce muchachos convocados. Ninguna excelente, ninguna imposible. Dos aspirantes torearon cada becerra en un mano a mano que tiene su interés y es mucho más ágil, lógico y racional que lo visto hasta este tentadero en el que han toreado cuatro y tres chicos en el mismo turno.

Se están quedando dormidos y alguien debería avisarles dos de los destacados en anteriores pruebas; Alejandro Mora y Fernando Plaza que aunque poseen condiciones innatas para el toreo se les ha visto un tanto fríos y sobrados; sin alma. Crecen cada tarde dos jóvenes de Toledo, Ignacio Olmos Torres y Tomás Rufino Serrano. Ambos atesoran clase, gusto y dan la sensación de estar bastante toreados. Aportaron la nota de calidad de la tarde y son dos serios aspirantes a torear novillo el domingo de Carnaval (digo lo del domingo con toda la intención). Gustaron las ganas, desparpajo y frescura de un joven aspirante de Valdecarros (Salamanca), se llama José Bonilla y además no está exento de gusto.

Paradojas de la vida, el domingo hemos visto torerillos bisoños con buenas condiciones, maneras y cierto recorrido pero que no están aún para novilladas de compromiso y muchachos más cuajados y con oficio con menos calidad a los que se les adivinan  garantías a la hora de matar un novillo. En el primer grupo estarían Jaime Casas (Madrid) y Miguel Sennet (Valencia).  En el otro casi todos los demás a excepción de David Salvador (La Fuente de San Esteban), Jesús Ángel Megías (Toledo), o el ecuatoriano José Andrés Marcillo que aúnan las virtudes de  torería, poso  y técnica. Hay un par de aspirantes que poseen la excelencia de lo diferente. Nos hemos quedado con las ganas de verles  por circunstancias ajenas a su voluntad  sobre todo  por la flojedad y  poca entrega de las becerritas de Sánchez Arjona.

Bien pensado no sé de que nos quejamos cuando podemos, en pleno enero, ver un tentadero con ropa de primavera o apurar la noche sentados en una terraza bajo las estrellas. Esto no es  invierno. Es un eufemismo. Una forma de hablar. He dicho.

Jesús Cid

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