OPINIóN
Actualizado 23/01/2016
José Antonio Mirón

El término Salud democrática se utiliza con mucha frecuencia para justificar una acción, actividad o crítica para con los adversarios políticos; pero lo esencial en una democracia moderna y avanzada del Siglo XXI está en sus valores y principios dado que éstos suponen el soporte al conjunto de acciones y actividades que conforman un estilo de vida democrático y saludable. Este estilo cuando se lleva a cabo es determinante en el fomento de las condiciones mínimas y necesarias para vivir, convivir y progresar de manera continuada y sostenible.

Los administrados deben percibir que quienes ostentan el poder, como representantes de los ciudadanos y de la Sociedad civil, deben comportarse como referentes sociales que fortalecen y consolidan los valores democráticos. Nada de todo esto se observa en las últimas semanas, sólo se oye hablar de líneas rojas, de grupos parlamentarios, de subvenciones, de arbitrariedades y chantajes, de independencia, de reformas, etc . De todo, menos de respeto a las reglas democráticas y a la voluntad de los ciudadanos.

Mientras tanto la mayoría silenciosa asiste a este espectáculo especulativo con bastante preocupación y es de agradecer que esta mayoría de ciudadanos, aunque con algunas náuseas, siga manteniendo la normalidad y las ganas de seguir votando. Quizás porque son conscientes que estos períodos son para disfrutar, dado que toda situación es susceptible de empeorar. También porque están por llegar esos cambios innecesarios, que consisten en cambiar lo que funciona. En este período blanco e ilustrado por nuestras señorías aprovecho para agradecer la normalidad:

A los docentes que siguen su labor con perseverancia, esfuerzo y satisfacción a pesar de ser conscientes de la necesidad de un Consenso nacional para mejorar la calidad y la continuidad del proceso de enseñanza-aprendizaje que evite el fracaso y el acoso escolar.

A los profesionales sanitarios por seguir atendiendo lo mejor que saben y pueden, a los pacientes con procesos infecciosos agudos que se añaden a sus padecimientos crónicos en un entorno de inadecuada gestión y organización.

A los profesionales del ámbito social que siguen atendiendo con voluntad de servicio y satisfacción a sus atendidos mayores, discapacitados y/o dependientes a pesar de padecer una Ateción Sociosanitaria ineficiente. 

A los profesionales del ámbito judicial por seguir creyendo en la necesidad básica de la independencia de poderes. También por seguir trabajando duro ante el pus que se ha generado por las dinámicas nocivas de las últimas décadas.

A todas las familias que siguen protegiendo y trabajando duro por lo que en esencia es lo más importante, el Bienestar y la Calidad de Vida de sus miembros.

A los jóvenes que siguen esforzándose por su futuro a pesar de que existe un entorno social poco propicio y con demasiada arbitrariedad y silencio administrativo.

A nuestros mayores por seguir envejeciendo con la paciencia necesaria para asimilar tanto No, tanto control e incapacitación.

Normalidad y vida democrática; pero basada en un estilo de vida saludable, higiénico y respetable para conseguir realidades y, ante todo, evitar el daño innecesario sobre la mayoría silenciosa.

JAMCA

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