Voy al médico, paseo por la calle, voy al cine, al teatro, me reúno con amigos, conocidos?y el móvil, ese aparatito tipo chocolatina, es la presencia que más apabulla nuestro tiempo. Quizá no nos damos cuenta pero el móvil nos acapara, nos chupa la sangre y encarcela continuamente nuestra atención. Ya hay movilnómanos de psiquiátrico. Estamos dopados por el móvil. Comer, defecar, trabajar?el móvil siempre está al lado, no somos capaces de prescindir de él. No somos ni estamos si no atendemos constantemente su pantallita himnotizadora. No tenemos conciencia real del tiempo, el tiempo es la droga del móvil. El móvil que es un instrumento de comunicación e información, también es un chute de atontamiento cuasi religioso, un ejemplo de náufrago urbanita. La más certera formula de comunicada incomunicación personal. Una tontería narcótica que sirve para que nos pille un coche en un paso de peatones o para estamparnos contra una farola.
Volveremos a la escuela: la m con la a ma?