OPINIóN
Actualizado 19/01/2016
Joaquín Araújo

Buscan pareja las ardillas, los desmanes de los Pirineos, los zorros y los gatos monteses... Los cuervos, fieles de por vida, renuevan vínculos volando a la par, al igual que el escaso quebrantahuesos en los Pirineos. Corno la monogamia tampoco resulta infrecuente en los lobos, también éstos confirman ahora sus alianzas sexuales. Otros mamíferos se adelantan y la primera camada de conejos puede estar saliendo ya de su gazapera.

  Se inicia casi imperceptiblemente el crecimiento de la hierba entre escarchas y nevadas

El aliso sufre hinchazones evidentes en los extremos de sus ramillas, bultos que antes de que acabe el mes se convertirán en una acaramelada estalagmita repleta de néctar y polen. Y, claro, en cuanto el día sea soleado, en tales flores veremos a las abejas cosechando por primera vez en el año. Incluso encontraremos más de una flor en medio de la hierba, al menos en la mitad sur del país. Concretamente, una de las variedades más grandes de margarita, la chirivilla o chirivita, se atreve a desafiar la poca luz y el frío. Y a poco que temple, en enero también florecerá la aulaga, la retama blanca, el azafrán serrano y hasta una aromática y en parte afrodisíaca hierba que lleva el no muy acertado nombre de primavera, ya que empieza a florecer ahora y sigue haciéndolo hasta casi llegado el verano. Y una curiosa circunstancia: los más grandes del reino alado, entre ellos la mayoría de las parejas de las dos especies de buitres y el buho real, ya incuban sus huevos.

En el caso de la rapaz nocturna puede darse perfectamente el caso de que los pollos nazcan antes de que acabe el primer mes del año. También los cuervos comunes, los pájaros más grandes, llevan a cabo su espectacular amorío aéreo. Y para desacreditar al refranero, otra anticipación en los calendarios. La mayoría de las cigüeñas blancas atraviesan el estrecho de Gibraltar a lo largo de este mes. No pocas lo hicieron antes de las Navidades, y unos pocos centenares incluso no se fueron a África. Luego dicen que el clima no está cambiando. Pero, como muy bien escribió nuestro admirado Miguel Delibes, los meteorólogos se pueden equivocar, los pájaros nunca. Y si las cigüeñas, codornices y algunos otros pequeños pájaros, que antes no se quedaban en nuestras campiñas, ahora lo hacen, eso sólo se debe a que cada año son menos los días de helada y estos animales encuentran suficientes invertebrados y anfibios en activo como para saciar su hambre.

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