LOCAL
Actualizado 16/01/2016
Redacción

"Esto significa, entre otras cosas, eficacia en la organización, capacidad de los cargos internos para delegar y favorecer el trabajo de equipos"

Fernando Gil Villa, profesor de la Facultad de Ciencias Sociales de la Universidad de Salamanca, ha emitido un comunicado en el que llama a una reflexión autocrítica sobre los resultados electorales que este partido lograba en la provincia charra.

En su opinión, es necesaria una "reorganización que apueste por la madurez", que pasaría, entre otras cosas, por "eficacia en la organización, capacidad de los cargos internos para delegar y favorecer el trabajo de equipos y comisiones, así como de asumir responsabilidades y ponerse a disposición de los círculos, y una comunicación basada en el acceso universal, la transparencia y la cordialidad".

Hacia un Podemos que ilusione en Salamanca (por Fernando Gil Villa)

El problema del análisis electoral es el mismo que el de la política en general: los intérpretes encuentran siempre algún argumento para hacer una lectura interesada. Por ejemplo, en la polémica sobre la independencia de Cataluña, que tan intensamente se vive en estos días, quienes están en contra acusan a los otros de saltarse las leyes.  Estos últimos replican que tienen numerosas pruebas de que quien se ha saltado la legislación en numerosas ocasiones ha sido el Estado español. ¿Dónde esta la verdad? Puede que dividida pero, en todo caso, causa una sensación de confusión y por tanto de malestar en buena parte de la ciudadanía, que no sabe a qué atenerse.

En Salamanca, los que quieran ver la botella medio llena, podrá decir que se sacaron 25.463 votos para el Congreso, frente a los 20.135 de la Autonómicas, del 10, 7% al 12, 24%. Sin embargo, si la queremos ver medio vacía, podemos decir que el aumento de votos fue menor que el que experimentó la Comunidad por término medio. En ese ámbito, se consiguió aumentar el porcentaje del 12,1% al 15,03%. La diferencia en el crecimiento es del 1,4%. Eso supone, teniendo en cuenta el total de votos contabilizados, que si Salamanca hubiese seguido el ritmo de la Comunidad hubiera obtenido 2.103 votos más.

Pensemos en el Senado ?con un ligero menor número de votos en general que el Congreso-. Tampoco en la Cámara Baja Salamanca consiguió un puesto. Si comparamos esta provincia con Burgos, que sí lo logro que tiene un censo parecido ?en Salamanca votaron alrededor al Senado 207.337 personas, frente a las 215.646 de Burgos- resulta que el candidato de Podemos que más votos sacó en Salamanca sacó un 33% menos que su colega en Burgos, con una desventaja en el número total de votos de sólo un 4%. La misma relación en el Congreso arroja un resultado parecido, la representante por Salamanca sacó un 31% menos, sobre un conjunto de votos totales sólo ligeramente inferior respecto al de Burgos.

Está claro que se pueden hacer lecturas estadísticas múltiples, afinando además por municipios. Esto nos llevaría al meollo de todo análisis, que debe ser hecho sobre todo libre y públicamente dentro del partido, porque si el análisis electoral puede llevarnos, como la política en general, a la autocomplacencia, entonces ocurre como en el terreno de la psicología, que nada cambia y nada mejora. La autocrítica es la clave de la madurez personal y también de la madurez de un partido político que, como en el caso de Podemos, apenas tiene un par de años de vida.

El momento actual puede ser una buena oportunidad para que en Salamanca haya sino una catarsis por lo menos una reflexión profunda y una reorganización que apueste por la madurez. Esto significa, entre otras cosas, eficacia en la organización, capacidad de los cargos internos para delegar y favorecer el trabajo de equipos y comisiones, así como de asumir responsabilidades y ponerse a disposición de los círculos, y una comunicación basada en el acceso universal, la transparencia y la cordialidad, con especial atención a la presencia.

Ningún partido tiene el potencial de Podemos para lograr impulsar una política pensada exclusivamente para el bien común, tal y como la concebían los clásicos griegos. La amistad política, para Aristóteles, se debía basar en la concordia, es decir, en acuerdos racionales, en coincidir con lo que hay que hacer y buscar la manera de coincidir en cómo hacerlo. Las ideas generales de Podemos, así como sus planteamientos de base éticos, permiten alcanzar estos objetivos mejor que en cualquier partido tradicional, siempre que se aplique dentro lo que se quiere afuera: no sólo democracia sino también fraternidad. En Salamanca, además, tenemos la suerte de poder arrimarnos al árbol de una gran universidad para cobijarnos en su sombra, una sombra que fabrica cada año interesantes trabajos sobre exclusión social así como proyecto de intervención comunitaria en las principales áreas de desgaste del capital social. Podemos puede aprovechar ese bagaje y contribuir a transferirlo a la sociedad.

 Octavio Paz creía que la fraternidad es el único puente que puede reconciliar en el futuro a la igualdad y la libertad. Hacer un llamamiento a todos los que se perdieron en el camino para que regresen y acoger a todos los que se interesan por la utopía realizable de Podemos con alegría y no con recelo, es un primer paso. Con honestidad, debe encontrar cada cual su lugar a la hora de aportar cualidades que le vienen bien a la organización, lo que también exige tener en cuenta la demanda del electorado no sólo en cuanto a los problemas que padezca sino también en cuanto a los perfiles de posibles candidatos. Para ser elegidos por Salamanca, lo ideal es tener una profunda relación con la ciudad, lo que supone padecer por mucho tiempo el hechizo que proporciona morar en ella, como decía Cervantes, amar sus pueblos y sus gentes, conocer sus problemas.

El clima de compañerismo debe enfocar la autocrítica de forma constructiva, serena, asertiva. Ese es el paso anterior al primero. Las asociaciones, incluidas las políticas, pueden degenerar y desaparecer rápidamente, como los derechos humanos, pero pueden también renacer más fuertes aprendiendo de sus errores. De esta forma se da a la ciudadanía la imagen de una organización que ha sufrido en el camino para lograr su madurez, algo que aquella agradecerá a la hora de prestarle su confianza para mejorar la vida de la gente más allá de la caridad ejercida por las familias políticas de ricos de toda la vida. Podemos comenzó como un sueño, se hizo realidad en la calle con el 15-M y luego con la formación del partido. Todos somos responsables de que esa chispa de ilusión no se mantenga viva por encima de la inercia organizativa del partido, las burocracias administrativas, los intereses personales y las responsabilidades gubernamentales. Como la propia corrupción, tales tentaciones deben ser vigiladas día a día. Sólo así podremos seguir alimentando el mejor sueño que ha tenido la población española en las últimas décadas. No podemos olvidar las palabras de Unamuno: "Es la ilusión la que hace avanzar los pueblos".

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