La importancia que tienen los vestigios arqueológicos es indiscutible y es que, gracias a los estudios de la Prehistoria, los investigadores han podido llegar a conclusiones muy importantes sobre origen de las cosas.
En música, el estudio de los restos arqueológicos ha puesto de manifiesto que la música y la danza tienen un origen común. En las sociedades primitivas la música y la danza, siempre unidas, tenían una función social que se vinculaba a la magia y a los rituales.
El shamán o hechicero era quien se encargaba de conducir los actos rituales, combinando: músicas hechas con instrumentos, canto y danza.
Los instrumentos utilizados por los hombres primitivos eran instrumentos de viento (flautas de huesos) y de percusión (troncos huecos con parches de piel, piedras y otros elementos percutidos).
La música y la danza se empleaban para la celebración de ritos iniciáticos o para rendir culto a los poderes de la naturaleza, así como para invocar el éxito en las guerras, en la caza, en la fertilidad, provocar la lluvia en épocas de sequía o curar enfermedades.
Actualmente, en algunas culturas aún se sigue utilizando la música junto a la danza con la misma función. A pesar de que por estos lares más occidentales apenas se recuerdan estos orígenes, es cierto que todavía, a día de hoy, la música sigue siendo utilizada como reclamo para atraer la buena suerte o la bonanza en las tierras de cultivo.