Poco ensucia el aire si estamos lejos de la ciudad. Por eso todos respiramos mejor. Seguramente por ser la noche tan larga, este es un periodo proyector. La primera condición de estos meses para el letargo es ensoñar. Los campos enteros duermevelan y, como todos sabemos, es en ese estado cuando se nos ocurren las mejores ideas, cuando imaginamos tareas hermosas bien culminadas. Seguramente mucho de lo mejor que nos pasa, la renovación, es por imitar al calendario sin fechas de lo viviente.
Ya visitan algunos campanarios las cigüeñas blancas que desde antes de Navidades cruzaron Gibraltar. Pero quienes ponen de verdad colorido a esta semana son patos, garzas, limícolas y cormoranes, que están invernando por centenares de miles en nuestros aguazales. ¡Que no se nos acabe el invierno sin visitar alguno de nuestros deltas, marismas o lagunas! Allí pueden estar también miles de grullas y lavanderas blancas.
Aunque a veces se pasa el mes entero dormitando en su compleja vivienda subterránea, el tejón suele estar de amores. Como los pequeños sapillos pintojos y los tritones ibéricos, que se reúnen en las charcas y remansos para encelarse y hasta poner ya sus huevos. Los lobos aprovechan para cazar con mayor facilidad a sus presas, que se hunden más en la nieve que ellos.
En muchos bordes de caminos veremos al lirio de invierno florecido sin recato con sus enormes pétalos malváceos en cuyo centro destaca una mancha amarilla.