Uno de los días salmantinos de estas pasadas Navidades, el comentario de todas las gentes de la cultura era el rumor de que iba a cerrar en breve la librería Cervantes. Varios amigos nos lo dijeron y, en la propia librería, uno de los dependientes que conocemos.
¿Cómo puede ser posible que cierre la librería Cervantes de Salamanca? Es una de las instituciones culturales más significativas de la Salamanca contemporánea y, lo queramos o no, es conocida no solo en España, sino en Europa y América. Y una ciudad no puede dejarse perder una institución cultural así.
Más allá de una empresa familiar (la palabra 'negocio' no nos gusta), es, de algún modo, una institución de todos los salmantinos, pues todos, con nuestra asistencia a ella a adquirir libros, a encontrarnos con amigos y conocidos, a charlar de literatura y de cultura..., hemos contribuido a que la librería Cervantes sea lo que ha llegado a ser.
Tanto el derecho, como la iglesia católica, como distintos pensadores occidentales, han hablado de la función social de la propiedad, y esta, más allá de ser patrimonio particular, es, de algún modo, parte del bien común. Por ello, Cervantes no puede cerrar así como así, ahora que es una librería consolidada y muy conocida y que, de algún modo, sigue siendo una seña de identidad cultural de Salamanca.
Cuando era universitario, un día que hice auto-stop a Ávila con otros amigos, paró un coche y me llevó a la ciudad vecina, quien lo conducía era un catedrático de la Universidad Complutense que había venido a Salamanca a comprar libros a Cervantes. Me decía que en Madrid no había ninguna librería como Cervantes. Y aquellas palabras nunca las olvidé.
En mi iniciación a la bibliofilia, recuerdo que, en el sótano de Cervantes, me hice con alguna primera edición de algunos poetas de la Generación del 27 que aún conservo como joyas.
Cervantes no puede cerrar. Tiene además muchos empleados y Salamanca no puede desangrarse perdiendo puestos de trabajo, perdiendo empleos de continuo. Por el bien de todos y salvaguardando los derechos legítimos de los propietarios de la librería, sería conveniente que se alcanzaran acuerdos para que los empleados gestionaran la continuidad de Cervantes. Aquí también tendrían que mediar nuestras autoridades municipales y culturales.
Cervantes no es una mera librería, no es un mero negocio. Mucho del acontecer cultural salmantino de la segunda mitad del siglo XX y de ahora mismo, ha pasado y acaso siga pasando por esta librería, que sentimos tan nuestra y tan de todos.