OPINIóN
Actualizado 04/01/2016
Rubén Martín Vaquero

La felicidad se lleva dentro

Esta mañana Ernesto sostenía que, por una imperiosa necesidad, iba a pedirles a los Reyes Magos un zurrón.

  -Pura envidia ?le azucé-. Se te ha antojado al ver pasar a las mujeres con su correspondiente bolso al hombro, o en bandolera, o de la mano.

  -Por supuesto ?confirmó mi juicio-. Fíjate en ellas ?paseábamos por la calle Toro-, todas llevan equipaje de mano y caminan con determinación, como si al salir de sus casas alzasen velas, se hiciesen a la vorágine de las calles y conociesen inequívocamente el rumbo.

  -Marineras en tierra ?me acordé de Alberti, y le quité importancia-. Es la costumbre.

  -De ninguna manera ?insistió vehemente-, casi con seguridad sus paseos tienen un destino, o tal vez forme parte de su código genético, o esté impreso en el libro de la vida. ¡Vete tú a saber! Lo único incuestionable es que cuando las niñas alcanzan la adolescencia, cargan con bolsos que les acompañarán toda su vida.

  ?Estará de Dios ?aventuré-, o puede que intenten protegerse de los imprevistos. Recuerda que nuestras madres llevaban la documentación, el monedero, el velo de la iglesia, un "kit" de maquillaje, otro de supervivencia, un botiquín de primeros auxilios, pastillero, un chal por si se levantaba el fresco, papel higiénico por si se les había olvidado ponerlo en los aseos públicos, pañuelo moquero, abanico, bolígrafo, libreta, llaves hasta del paraíso, galletas, caramelos, cuarto y mitad de bondad?

  -Menos guasa ?me interrumpió-, que una madre es una madre.

  -¿Y que me dices de los hombres? ?pregunté con sorna.

  -Excepto los que van o vienen de algún recado, míralos con las manos en los bolsillos ?ordenó-, parecen perdidos, descolocados, turistas, jubilados de la vida, figurantes que ni tienen aprendido el papel ni saben a donde ir. Incluso algunos dan el perfil del merodeador que alarma a las mujeres jóvenes.

  -Una cosa tonta ?concluí con una sonrisa.

  -Tú lo has dicho ?me miró fijamente-. Estás haciendo honor a tu famosa sagacidad.

  -Y del contenido de los bolsos? ¿qué? ?salí por la tangente.

  -Ese misterio de pozo sin luna es demasiado profundo para nosotros ?murmuró.

Y nos pusimos a hablar de lo bien que había decorado las calles el Ayuntamiento esta Navidad.

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