Apenas ha transcurrido una semana desde el día de las elecciones y ya tenemos tema para más de un sabroso comentario. Así, se han confirmado los vaticinios que anunciaban y el fin del bipartidismo y la irrupción del tetrapartidismo, porque ahora son cuatro los que tienen mayores posibilidades de formar parte de futuros gobiernos. A la vez, la debacle de otros que contaban con grupo parlamentario, y la aparición de un largo número de formaciones de todos los colores, dispuestas a dar la vuelta a este calcetín llamado España.
El sombrío porvenir que se nos presenta, no parece que tenga fácil y rápida solución. En contra del parecer de la mayoría, todavía hay quien se empeña en seguir dividiendo a los españoles en derechas e izquierdas. Yo soy más partidario de catalogar a la gente como conservadores y progresistas. Y, dentro de esta división, podemos subdividirlos en partidarios del sistema actual y los llamados anti-sistema, es decir, los del "borrón y cuenta nueva". Pues bien, con estos mimbres toca hacer el cesto de formar un gobierno lo suficientemente estable como para sacar adelante una situación como la actual que, dicho sea de paso, se puede y se debe mejorar.
Durante la campaña electoral, los partidos que se consideran constitucionalistas han dejado bien nítidas las líneas rojas que nunca deben sobrepasar aquellas modificaciones que puedan establecerse en la vigente Constitución, con el fin de mejorar los aspectos en los que coincida la mayoría parlamentaria que se cita en la misma. Terminado el recuento de votos, antes de pisar el Congreso, ya hay partidos que se despojan de la piel de cordero exhibida durante la campaña y ponen como condición para apoyar a otras fuerzas algo tan peligroso como incluir en la Constitución el derecho a celebrar un referéndum independentista en Cataluña ? no hay que ser un lince para concluir que será el primero de una serie-. Primer problema.
Una de las soluciones posibles sería el acuerdo entre PSOE, PP y C,s para salvaguardar los previsibles intentos de desestabilizar el sistema y, de paso, evitar el más que probable retroceso de nuestra economía, si llegan al gobierno los denominados antisistema. Lo que en países como Alemania o Francia se considera una decisión necesaria para evitar males mayores, aquí es considerado poco menos que anatema. Después del famoso cara a cara de la campaña electoral, mucho tendrían que cambiar las cosas para que Pedro Sánchez se caiga del caballo. Segundo problema.
Si un partido político se ha proclamado durante la campaña defensor de la unidad de España ?léase PSOE- y accede a la petición de Podemos con tal de llegar al Gobierno, además de dejar clara la traición a sus ideales, estaría decretando su propia defunción. Es pública y notoria la oposición de varios líderes socialistas a la intención que ha manifestado Pedro Sánchez de negociar con el apoyo de Podemos como paso previo para llegar a la Moncloa. Por no alcanzar la mayoría simple, debería acompañarse de partidos con otras ideas. Si el Comité Federal no lo evita, además del apoyo de Podemos, deberá pedir ayuda a quien reclamará pasaportes de independencia. Tercer problema.
Tampoco contaría con los apoyos necesarios para gobernar en mayoría una posible alianza entre PP y C,s. Necesitarían algunos escaños dispuestos a mantener esos principios considerados imprescindibles, cosa nada fácil. Cuarto problema.
Para aderezar todo lo anterior y romper con la monotonía de los partidos, el mensaje del Rey ha servido para que cada cual deje bien clara su postura. PP, PSOE y C,s declaran estar de acuerdo con el contenido ?y también con el espíritu- ; para todos los demás, ha merecido algún reproche. Es lógico que los nacionalistas quisieran oír de boca del Rey palabras de apoyo para sus aspiraciones secesionistas y, como no lo han oído, palos a la monarquía. Lo que ya no es tan lógico es que "la dictadura del profesorado" se escandalice de que el Rey mencione quince veces la palabra unidad y no haya aludido ninguna vez a la revolución bolivariana. Los demás reproches, además, son falsos.
No me negarán que con el panorama descrito, junto a la guerra sin cuartel contra los tradicionales belenes de organismos oficiales y la jubilación forzosa de Melchor y Gaspar ?que han dejado su puesto vacante para que lo ocupen Vanesa y Nerea-, se puede exclamar que estas Navidades, más que nunca, en España ¡Se armó el Belén!