OPINIóN
Actualizado 28/12/2015
Alejandro López Andrada

Demasiadas palabras sin respuesta. Huecos de oscuridad sobre un azul que nunca acabará de anochecer. Después de mucho tiempo sin sentirte cerca de mí, oigo tus pisadas temblando como alcaravanes en vuelo. En la pared del viento entro mi amor para tocar tu muerte. El regaliz de mi silencio endulza las campanas de esta ocre navidad que aún nos reúne al pie de la candela. Aunque no estés, las avefrías dejan sobre el campo la muselina exacta de tu mano abierta en la emoción de este paisaje que ahora te nombra en medio de los pájaros. Ayer cumplieron 24 años los dedos de tu muerte. Con la noche hallo en el campo, ahora, en la colina de mi silencio, tu alta claridad, el techo enamorado de tu adiós.

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